Terrazas, bares y bibliotecas

Opinión
'Terrazas, bares y bibliotecas'
POL

El domingo pasado, la portada de HERALDO destacaba el titular: "Aragón recupera desde hoy las terrazas con el 100% de su aforo y los centros de día". Se podía seguir leyendo los detalles sobre el bus, las medidas para evitar fiestas paralelas, "el levantamiento de las restricciones en parques infantiles y gimnasios al aire libre", etcétera. Después, en la página tres, Jorge Lisbona abundaba en las explicaciones, recordando las instrucciones del Gobierno de Aragón. En una entradilla lateral aclaraba la situación de albergues y otras excepciones. Se hacía eco de las medidas publicadas el sábado en el BOA con la orden "por la que se adoptan medidas de prevención, contención y coordinación para hacer frente a la crisis sanitaria ocasionada por la pandemia covid-19 en la Comunidad Autónoma de Aragón".

La curiosidad me llevó a leer directamente esa orden del Gobierno autonómico (SAN/474/2020, de 19 de junio). Me intrigaba una pregunta. ¿Se habrá olvidado Jorge Lisbona de las bibliotecas? Pues no, no se ha olvidado. En las quince páginas no aparece ni mención. El Gobierno podrá decir que están incluidas de manera global. Como cuando se refiere en el régimen de aforos a los "Equipamientos culturales, espectáculos públicos y otras actividades recreativas" o en el apartado sobre "Centros docentes", pero no. Ni siquiera cuando se detiene en el "Anexo II, medidas higiénico-sanitarias en establecimientos y actividades específicos". Aunque quizá hayan supuesto que está incluido en lo que describen como "Monumentos y otros equipamientos culturales". Pero no. Si las bibliotecas importasen merecerían al menos un epígrafe como los "Establecimientos y locales de juego y apuestas" o el de "Centros y actividades educativas no regladas". Quizá esté en otro lugar, pero aquí quedan en un limbo a interpretar por quien corresponda. Y si es así, es todo un síntoma.

En la ‘nueva normalidad’ –el insultante eslogan gubernamental para manipularnos– no se tienen en cuenta las bibliotecas y lo que estas suponen. Posiblemente porque a nuestros gobernantes les importan un pimiento. Deben pensar que las bibliotecas son meros almacenes de papel. Pero no, son centros de saber que, además, en muchas comarcas y pequeñas localidades de nuestro país, de Aragón, cumplen tareas de dinamización comunitaria. La mayoría cuentan con puntos de acceso a internet, con wifi gratuita y, algo muy importante, tranquilidad y sitio para poder leer y estudiar. Algo que hoy falta en las casas y pisos de buena parte de las familias aragonesas.

Muchos chicos y chicas están preparando exámenes, estudiando en sus hogares o donde pueden. Parece que a nadie preocupa en qué condiciones preparan las pruebas finales o las de acceso a la universidad. Necesitan lugares para concentrarse. Mesas para repasar sus apuntes, para asimilar los conocimientos, para consultar los libros, si hiciera falta. Pero no, las autoridades gubernamentales no han considerado esto. Parece mentira que un Gobierno tan preocupado por la igualdad ni siquiera piense, no digo invierta, en recursos para mejorar las condiciones de igualdad de la juventud en formación.

Es insultante tener cerradas las bibliotecas de las facultades, ¡vacías!, y las terrazas, al cien por cien. No tengo nada contra bares, restaurantes y cafeterías. Al contrario, son parte esencial de nuestro modo de vivir. Pero si preocupan las discotecas, fiestas y demás saraos… ¿cómo es posible que nos olvidemos de los espacios para estudiar? El talento no crece por generación espontánea. Ni el conocimiento se adquiere por arte de magia. La formación de la ciudadanía, especialmente de nuestros jóvenes, ha de ser la primera inversión. Pero no.

Con este orden de prioridades está claro en dónde están y a dónde nos llevan nuestros gobernantes. Antes de que nos cambiasen la normalidad, ya sabíamos que en la sociedad del siglo XXI el conocimiento es más importante que el capital o las tierras. Si queremos mejorar nuestro presente y construir un mejor futuro tenemos que gestionar bien los recursos que destinamos a la educación. Y no hace falta pedir más dinero, bastaría con un poco más de inteligencia y dedicación. Nos sobra (des)información, nos falta conocimiento. Abran cuanto antes las bibliotecas y no nos sigan tratando como a idiotas.

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