A todo trance

Proteger las residencias de ancianos es la mejor estrategia para frenar las consecuencias de la pandemia.
Proteger las residencias de ancianos es la mejor estrategia para frenar las consecuencias de la pandemia.
Mariscal / Efe

Después de calcular y recalcular durante semanas, el Ministerio de Sanidad llegó el viernes a la conclusión de que los muertos causados por la covid-19 en España eran, en ese momento, 28.313. Demos la cifra por medio buena, aunque los datos en este asunto siempre hay que ponerlos en hielo. El Ministerio no nos dice cuántos de esos fallecimientos han sido de personas alojadas en residencias de ancianos, pero un recuento no oficial, a partir de datos de las comunidades autónomas, los sitúa en casi 20.000, es decir, un 70%. La conclusión debería ser clara: ahora que España vuelve a ‘abrirse’, hay que proteger las residencias a todo trance. Esa será la estrategia más eficiente para evitar que las nefastas cifras de la enfermedad vuelvan a dispararse. De manera que, equipos de protección, test reiterados, personal de refuerzo, formación, apoyo médico y de enfermería extraordinario, todos los recursos que sean necesarios deberían allegarse para mantener estos centros a salvo. Volver a ‘cerrar’ la economía ante un rebrote nos saldría además mucho más caro. Parece más racional emplearse a fondo en proteger el que se ha mostrado como nuestro flanco más vulnerable. No se trata de dictar normas y exigir que las residencias las cumplan. La Administración tiene que trabajar con ellas y ayudarles en todo momento. Y, ojo, tampoco puede tratarse de mantener a los ancianos encerrados y aislados durante meses, de manera indefinida, mientras los demás campamos. Eso sería una crueldad añadida. También ellos deben recuperar el sabor de una cierta normalidad. Pero impidiendo que se repitan los contagios generalizados y las muertes masivas.

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