Egoprotestas covid-19

Manifestación contra el racismo en Zaragoza.
Manifestación contra el racismo en Zaragoza.
Guillermo Mestre

Aragón lleva varios días siendo de las comunidades que más casos de covid-19 notifican y la incidencia acumulada de la enfermedad no es de las más bajas. Además sabemos que ha habido brotes en Lérida, Ceuta, Extremadura y el País Vasco; sin contar los que se han localizado en Huesca y Teruel, sobre los que el Ministerio pidió seguimiento. En resumen, que el riesgo sigue ahí y, a pesar de ello, los españoles hemos entrado en barrena en ciertas actitudes que no se entienden.

Primero llegaron las caceroladas, que provocaban un hacinamiento de personas intolerable con la epidemia aún muy activa y que, por fortuna, se diluyeron en cuanto abrieron las terrazas porque eran más rabia y odio que protesta. Sin embargo, que la derecha apenas tenga capacidad de movilización (al menos si lo de salir a la calle toca muchos días seguidos) dejó en el tejado de la izquierda la oportunidad de hacer el ridículo y, por supuesto, la ha aprovechado. El primer mosqueo me lo llevé cuando vi una iniciativa en respuesta a las caceroladas que consistía en ir a aplaudir todos juntos a la puerta del centro de salud de nuestro barrio. "Vayan con mascarilla y guarden la distancia de seguridad", avisaban (igual que los de las cacerolas). Y allí se plantaron, todos juntitos, a aplaudir a los sanitarios que lo han pasado mal por una enfermedad que se expande por las aglomeraciones. Era una paradoja deliciosa de estos tiempos: un grupo de personas poniendo de nuevo en riesgo al resto para demostrar, me temo que a sí mismos, su capacidad de solidaridad y empatía.

Hecho que se repitió, esta vez a lo bestia, con la masa de personas que salió a la calle para plantar cara al racismo. Ahí ya no había distancia de seguridad posible y, a juzgar por las fotografías, sí alguna mascarilla mal puesta. Miles de personas poniendo en riesgo a su entorno y al del resto por un fin digno pero que no justifica la verbena que se montó.

Sinceramente, solo veo narcisismo y egolatría de una ciudadanía que es empática con causas deshilachadas que les ponen en un lugar en el mundo que, desde luego, no es el del bien de la mayoría. Quizá porque nadie quiere ya ser mayoría pero sí tener su motivo para luchar; pero si rasco solo encuentro una lucha por sí mismos y eso es un peligro ahora, además, tangible.

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