¿Pues ya estaría?

A boy wears a mask as he waits for the start of the first One-day International cricket match between India and South Africa, amid coronavirus fears, in Dharamsala
Un niño protegido con mascarilla en Dharamsala, ciudad del norte de la India.
ADNAN ABIDI

Justo cuando se cumplía el tercer mes desde que la Organización Mundial de la Salud declarara la pandemia de la covid-19, ha vuelto el fútbol, el juego que más pasiones y bolsillos mueve en España, el más amado (también el más aborrecido). Ha quedado declarada la nueva normalidad aún antes de que termine el proceso dictado por el Gobierno y se anima a la población, aunque todavía enmascarillada y guardando las distancias, a ir concentrando mentes y esfuerzos lejos de la enfermedad. Muchos mensajes desde el ámbito público van por ahí: lo que les resta por delante a los españoles es sobreponerse a las bajas personales y económicas; acaso, aguantar unos meses más en los que lo cotidiano –comprar el pan, tomar algo en un bar, bañarse en la piscina, ir de excursión– será todavía un proceso moroso en comparación con nuestros espídicos usos precoronavirus, y luego, enseguida, recuperar el tinglado productivo, comercial y financiero más o menos donde se quebró con la declaración del estado de alarma.

La covid-19 está controlada en este país, como en la gran mayoría de los de la Europa occidental y en algunos otros rincones primermundistas. Pero no en varias regiones del planeta donde ahora mismo sigue extendiéndose y a un ritmo alarmantemente más rápido que nunca, tocando de lleno, junto, todavía, a algunas de las principales potencias, a naciones cuyos sistemas sanitarios son muy débiles. Además, el conocimiento sobre la enfermedad es insuficiente y lo seguirá siendo durante un tiempo difícil de determinar. Existen dudas y hasta contradicciones sobre el tratamiento y las vacunas entre los equipos que la investigan.

Apartar la vista para pasar ya página aquí, eludir una respuesta internacional básica y solidaria, se parece mucho a un error reciente y grave: el que retrasó la respuesta a la pandemia por considerar que este coronavirus era solo cosa de un lugar remoto de Asia, por no tener presente que las poblaciones humanas de la Tierra están conectadas irremediablemente.

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