Recuperar vs. reconstruir

Opinión
'Recuperar vs. reconstruir'
POL

El virus de Wuhan sigue por ahí. No se ha ido todavía. Y si no se sabe a ciencia cierta cómo llegó, tampoco parece claro cuándo y cómo se irá. Serán necesarios unos cuantos años para tener la perspectiva suficiente. Sin observación, sin experiencia, sin datos no hay conocimiento que valga. Y está por ver si seremos capaces de controlar el ‘bicho’ o se convertirá en una amenaza permanente. En cualquier caso, hoy, con unos cuantos miles de muertos enterrados, muchos más contagiados, un sinfín de dolor y de contradicciones en la memoria, nos toca remontar el desastre. Un desastre que es poliédrico –i. e. sanitario, económico, jurídico, moral, político, social…– y desigualmente distribuido. Por ejemplo, nunca como ahora las familias Sánchez-Gómez e Iglesias-Montero han tenido a su disposición tantos recursos y personas; ya son ‘casta’, nuevos ricos dispuestos a seguir medrando. Desde esa perspectiva están gestionando de maravilla sus cartas. Pero no es así para quienes han perdido su puesto de trabajo o su empresa.

De hecho, la gestión política de la pandemia ha provocado y sigue provocando reacciones encontradas. A simple vista, sin recurrir al CIS de Tezanos, la polarización de nuestra sociedad ha aumentado. Aunque la mayoría seguimos prefiriendo la moderación, las voces altisonantes destacan sobremanera, aupadas por los medios de comunicación de un signo u otro. El tándem ‘Pedro-Pablo Manuel’, la coalición de egos Sánchez-Iglesias, levanta pasiones. Ambos tienen una agenda clara: más poder. Da igual si para ello se rompen principios, se cambia el discurso o lo que sea necesario. Mejor dicho, no les importa ni les avergüenza. Viendo cómo actúan, escuchando lo que dicen, la conclusión es obvia: son gente sin escrúpulos. Están vacunados. No les importa desdecirse, cambiar de ‘verdad’, ni decir Diego donde dijeron digo. Lo importante es seguir donde están y transformar nuestro sistema social según su criterio que, de momento, solo sirve para su beneficio personal.

Y con ellos su séquito. Gentes de todas las alturas y tamaños que están haciendo su fortuna particular aprovechando el tirón de sus jefes. Algunos doctores inteligentes convertidos en políticos se suman sin pudor, tragan las ruedas de molino que sea menester. Incluso, aunque sean conscientes de que peligra el futuro de nuestro Estado social y democrático de derecho, se pliegan y callan. El silencio los convierte en cómplices, pero no hacen nada por denunciar las barbaridades. Prefieren disfrutar de las instituciones y de los fondos públicos. Su coherencia es evidente. Hacen lo que están llamados a cumplir. ¡Es su oportunidad de aprovecharse de las cosas comunes!

Quizá por eso han inventado la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica. Aunque aquí no hemos tenido una guerra, no se han caído edificios, ni se ha desmoronado el sistema, quieren ‘reconstruir’. Pero ¿qué quieren volver a construir? Sánchez no se sabe, él tiene bastante con decir una cosa hoy y otra mañana. Iglesias sí. Quiere darnos el cambiazo y sustituir por la vía de los hechos las conquistas de la Transición y de la Constitución de 1978. Felipe VI y familia tienen que estar preocupados. La III República suena más cerca cada día que sigue esta coalición de gobierno. Por eso hay que preguntar en qué reconstrucción estaba pensando quién nombró esta comisión. Escuchando y viendo el teatro que han organizado, no hay voluntad para unir, para allegar, para sumar ideas que permitan completar las perspectivas con las que recuperar la salud social y la riqueza perdida. ¡Solo quieren cerrar puertas!

La gestión política de la pandemia nos ha traído a donde estamos. Nos han gobernado como han querido. Han cercenado nuestras libertades, nos han impuesto normas en nombre de no sé sabe qué, nos han cambiado la vida cotidiana. Por eso hemos de recuperar, relanzar, retomar y repensar lo que somos y queremos ser como sociedad. La gente de a pie no necesitamos que nos tutelen ni vigilen. Necesitamos que no nos pongan impedimentos ni bloqueen la creatividad social con normas estúpidas. Necesitamos que no nos mientan. Necesitamos recuperarnos para vivir mejor, para estar mejor, para ser mejores… pero no necesitamos que nos ‘reconstruyan’. No es un verbo neutral. 

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