Tengamos la fiesta en paz

Pleno en el Congreso para solicitar la prórroga del estado de alarma ante la covid-19
Pleno en el Congreso para solicitar la prórroga del estado de alarma ante la covid-19.
AGENCIAS

Mientras aquí se insultan, se odian y se enervan las reacciones, fuera muere gente en hospitales. Me avergüenzo". Una vez más, la sensatez de la portavoz de Coalición Canaria, Ana Oramas, en la sesión del Congreso que aprobaba la sexta y última prórroga del estado de alarma, traducía el sentimiento de millones de españoles. Pero sus señorías, a lo suyo: en el pleno apenas se hablaba del tema que los reunía, tan ocupados como estaban acusándose y defendiéndose.

Y lo hacían mientras afloraban datos que cortan la respiración. En lo humano, el INE explicaba que el número de fallecidos durante la pandemia ha sido de 48.000 más que la media de los cuatro años anteriores en el mismo periodo. 20.000 más que los contabilizados como víctimas. 48.000 familias, a las que hay que sumar enfermos y sanitarios, y para quienes ese comportamiento echa sal al sufrimiento.

En lo económico, hemos sabido que se han esfumado 760.000 puestos de trabajo y que hay 3,85 millones de personas en paro, más otros tres millones en ERTE, que cruzan los dedos. Aunque todos queremos ser optimistas, el contexto está lleno de accidentes, con un PIB que ya ha caído un 5% en el primer trimestre y puede llegar al 10% a finales de año. Y con nubarrones tales que esos 80 millones de turistas que elegían España y se gastaban 120.000 millones de euros se han jibarizado sin remedio.

Los datos son tan sobrecogedores, como desesperante es el contagio de la política del enfrentamiento, de la que Trump es el maestro. Las consecuencias en Estados Unidos las estamos viendo en directo.

Izquierda-derecha, centro-periferia, empresarios-trabajadores, estado-sociedad… Y extremismo, mucho extremismo, de marquesas a terroristas. Así, hemos pasado de querer reeditar los Pactos de la Moncloa a celebrar una Comisión para la Reconstrucción Social y Económica en la que, de momento, solo hay rotos verbales y políticos, mucha agresividad y ninguna voluntad de hacer renuncias para encontrarse en los terrenos medios donde fructifiquen los acuerdos. Si de lo que hablamos es de asesinos y golpistas en vez de ciencia y salud, o de empresa y empleo, vamos camino de nada.

El lenguaje adoptado tampoco ayuda: llamar a la Comisión ‘para la reconstrucción’ no responde a una verdad objetiva. Una vez más, comunidades como Aragón han estado más acertadas en la denominación y esta misma semana ya firmaban un pacto para la Recuperación Económica y Social, que ha sido rubricado por todo el arco parlamentario, salvo Vox, y agentes sociales, con la firme vocación de sumar y de no enredar.

Como ha hecho el propio presidente aragonés, discreto a la manera de Gracián, al desear un "tengamos la fiesta en paz" y evitar enfrentamientos estériles ante el desdén del ministro de Inclusión, Migraciones y Seguridad Social, que cuestionó la capacidad de varias autonomías para gestionar el nuevo ingreso mínimo vital, cuando hace años que administran un ingreso de inserción con probada eficacia.

Daron Acemoglu, autor del prestigioso estudio ‘¿Por qué fracasan los países?’, sostiene que los que eligen a sus representantes más por su capacidad y talento y menos por su oportunismo para gesticular han sido los que mejor han gestionado la pandemia. Es crítico con España porque nuestras instituciones tienen unos dirigentes de eficacia deficiente y sin consenso general. Y si la mayoría no reconocemos el saber de nuestros representantes, solo nos queda el enfrentamiento partidista.

En eso parece que estamos. Los ciudadanos hemos cumplido. Y por supuesto los sanitarios, que con el merecidísimo Premio Princesa de Asturias se llevan el agradecimiento de toda la sociedad. De los representantes que gesticulan oportunamente no podemos decir lo mismo. Solo desear que dejen de sembrar división, polarización, discordia. Que Sánchez evite que todo el oxígeno del Consejo de Ministros se lo lleve Iglesias y que Casado deje de mirar qué hace Abascal. En esa estrategia solo ganan Podemos y Vox, cuando la mayoría de los españoles estamos en medio y queremos tener la fiesta en paz. Bastante tenemos con la pandemia y la recesión.

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