Tras la estimación publicada ayer por el INE, pueden caber pocas dudas de que el número de fallecidos en España durante la pandemia es muy superior al reflejado en las estadísticas de Sanidad. Es evidente que las circunstancias complican sobremanera la recogida de datos, pero las cifras siguen siendo uno de los puntos débiles en el seguimiento de la covid-19 y habrá que mejorar su exactitud y coherencia para tener una perspectiva clara de la evolución.

El que hizo público ayer el Instituto Nacional de Estadística es el tercer estudio -junto al basado en los registros civiles y al realizado por profesionales de los servicios funerarios- que señala que el aumento de personas fallecidas durante las semanas de pandemia ha sido muy superior al que queda reflejado en los datos que ofrece Sanidad. Según el Ministerio, que recopila la información que le suministran las comunidades autónomas, las muertes por covid-19 superan hoy ligeramente las 27.000. Pero esos otros estudios muestran un exceso de fallecimientos, respecto a circunstancias normales, que va de los 30.000 a los 44.000. Esto no significa que todas esas muertes hayan sido causadas directamente por el coronavirus, pues es muy posible que la pandemia y sus secuelas, especialmente el confinamiento y la saturación de los hospitales, hayan causado también un incremento de la mortalidad a causa de otras enfermedades. 

Lo que sí parece estar claro, y lo confirman los continuos cambios de criterio en la recopilación de datos que ofrece el Ministerio de Sanidad, es la insuficiente exactitud de las cifras que se manejan para evaluar el curso de la pandemia. De modo que, entre las medidas para hacer frente a los posibles rebrotes, es necesario trabajar, tanto desde el Ministerio como desde los servicios sanitarios autonómicos, para mejorar la precisión de unos datos que son esenciales para conocer cuál es la situación y cómo va evolucionando.