Por
  • Carlos Martínez de Aguirre

¿Exámanes presenciales?

Exámenes de la Evau este pasado junio en Zaragoza.
Exámenes de la Evau en Zaragoza.
Guillermo Mestre

La Universidad, como toda la sociedad, tiene que hacer frente a retos importantes como consecuencia de la pandemia, del confinamiento y de su incidencia en la docencia. La Universidad tampoco estaba preparada para esta situación y a la hora de afrontar la docencia no presencial, básicamente a través de recursos informáticos, cada uno hemos hecho lo que nuestras habilidades informáticas nos han permitido. No creo que seamos un modelo a seguir, pero hasta donde yo conozco, el resultado ha sido más que digno gracias al esfuerzo de muchos.

Llega ahora el momento de evaluar, y esto plantea nuevos retos: los exámenes no presenciales, usando nuevamente medios informáticos, presentan inconvenientes que han sido justamente puestos de relieve por Alfonso Tarancón (HERALDO, 28 de abril). Muchos profesores tenemos la convicción de que este tipo de pruebas, sobre todo con un nivel de improvisación tan alto, pueden facilitar que el fraude alcance una extensión y una intensidad difícilmente controlables: nuestras posibilidades como ‘inmigrantes digitales’ son muy escasas frente a las de nuestros alumnos, que son ‘nativos digitales’, expertos desde antes de tener uso de razón en el manejo de todo tipo de dispositivos informáticos; y son todavía más escasas si, como ha decidido el Consejo de Gobierno de la Universidad, se veta que hagamos uso de alguna de las herramientas informáticas que permitiría paliar el fraude, como son las que dan un tiempo al alumno para responder, cierran la pregunta una vez transcurrido ese tiempo y le impiden volver a ella. De hecho, ya han comenzado a aparecer en internet anuncios de quien se ofrece para hacer exámenes ‘on line’ mediante conexión remota, y previo pago, claro…

Es verdad que la docencia de este curso ha sido muy peculiar, sin clases presenciales durante más de la mitad del segundo cuatrimestre, y que esto podría justificar relajar algo el nivel de exigencia: pero eso tiene que tener límites, si la Universidad quiere cumplir con su responsabilidad de garantizar que los graduados que van a ejercer diversas (e importantes) funciones en la sociedad han acreditado alcanzar un nivel suficiente de formación y conocimientos. Pero el desconcierto crece cuando el ministro de Universidades afirma que copiar bien es signo de inteligencia, transmitiendo de paso el mensaje de que el fin (aprobar) justifica los medios (copiar en el examen), y avalando así unas actuaciones fraudulentas que no deberían tener cabida: sugerir a los alumnos que aprobar usando el fraude está bien, porque así demuestran ser inteligentes, me parece una muy pobre escuela de ciudadanía, y debería hacernos reflexionar sobre los valores que estamos transmitiendo. ¿Será también signo de inteligencia defraudar a Hacienda, o timar a un vecino…? Y no debemos olvidar que el fraude en los exámenes perjudica no solo a la sociedad en general, sino también a los buenos estudiantes, que han dedicado tiempo y esfuerzo a preparar la asignatura.

Pero puede haber otras opciones, ya que el plan de desconfinamiento abre nuevas perspectivas. Si no lo he entendido mal (que no me extrañaría, dadas sus ambigüedades), a partir de la fase 2, que más o menos sería desde el 25 de mayo y junto con la fase 3 cubriría todo el periodo de exámenes, está prevista la apertura de cines, teatros y equipamientos culturales, con una ocupación máxima de un tercio de su aforo. ¿No sería posible aplicar estos mismos criterios para hacer exámenes presenciales en la Universidad? Las limitaciones de aforo no suponen especiales problemas, porque lo normal es que en los exámenes se mantenga una apreciable ‘distancia social’ para evitar ‘contagio’ de conocimientos. Naturalmente, sería preciso adoptar otras medidas de seguridad sanitaria, como las que se pidan para cines o teatros, pero si ellos pueden, la Universidad debería también poder hacerlo. De esta forma se evitarían muchos de los problemas que se han puesto de relieve, se garantizaría mejor que nuestros alumnos tienen el nivel de formación mínimo exigible, y se premiaría el mérito y el esfuerzo de quienes han trabajado. Todo ello, sin dejar de tener en reserva otras opciones, como la de retrasar los exámenes presenciales, o la de optar por exámenes no presenciales, si la fase 2 no llega, o se retrasa, porque con esta pandemia nunca se sabe…

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