El día de los museos cerrados

El acceso al Museo de Teruel, acondicionado para evitar que los visitantes que salen y entran se crucen en la puerta.
El acceso al Museo de Teruel, acondicionado para evitar que los visitantes que salen y entran se crucen en la puerta.
Heraldo.es

La pandemia cerró los museos, pero han seguido trabajando en la conservación de sus bienes, por supuesto, o también en la comunicación, sumándose a la ola cultural de las últimas semanas para compartir contenidos y recursos a distancia con la gente confinada en sus casas. Los más imaginativos de ellos y algunos de los que cuentan con más medios han aprovechado para explorar o incidir en estas vetas virtuales con originalidad.

Casi todos seguirán con la persiana bajada el lunes próximo, cuando se conmemore su día internacional. Incluidos los principales de Aragón (el Museo de Teruel es la gran excepción), que podían haber reabierto esta semana, siguen sin concretar cuando lo harán y, en el mejor de los casos, solo celebrarán su jornada anual incidiendo en las actividades ‘on line’. O sea, que de momento se nos sigue hurtando la experiencia de la visita en persona, incomparablemente más conmovedora y provechosa, y más aprovechable económicamente en las poblaciones donde tienen sus sedes.

El triángulo de los grandes museos capitalinos, el Prado, el Reina Sofía y el Thyssen, no está tirando del carro nacional y no es porque en Madrid sigan en la fase 0; han expresado su voluntad de mantenerse como están al menos hasta junio, aduciendo que es muy compleja la adaptación a este mundo de separación interpersonal. Es sorprendente que no hayan tenido tiempo suficiente de preparar estos planes de contingencia, aunque se les puede conceder que, como lo suyo es trabajar con multitudes, algo tendrán que discurrir para seguir manejando el tirón popular de Velázquez o de Goya, o del ‘Guernica’ picassiano, en las nuevas circunstancias.

No es el problema, lo de tener que lidiar con masas en las taquillas y las salas, de la gran mayoría de los museos. Que no abran cuanto antes, si la disminución del riesgo sanitario lo permite, entraña otros peligros, sobre todo en el caso de los minoritarios y/o públicos. Vienen tiempos difíciles, muy difíciles, para la cultura. No vaya a ser que el mantener museos cerrados pase a formar parte de la ‘nueva realidad’ cuando quienes deciden sobre ellos saquen a pasear de nuevo la guadaña de los recortes, afilada desde 2008.

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