Con plumas ajenas

Opinión
'Con plumas ajenas'
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En 1939, Jorge Luis Borges reveló que un oscuro francés, de nombre Pierre Menard, había escrito el Quijote en pleno siglo XX. Concretamente compuso los capítulos IX y XXXVIII de la primera parte y una parte del XXII. Los textos son de veras iguales, en cada palabra y coma, a los de Cervantes.

Menard no los reescribió, los ideó por sí mismo. Asombroso. "No encaró nunca una transcripción mecánica del original; no se proponía copiarlo. Su admirable ambición era producir unas páginas que coincidieran -palabra por palabra y línea por línea- con las de Miguel de Cervantes", aclara Borges. No fue un plagiario, sino un esforzado y tenso recreador.

Hace tres o cuatro días leí en Heraldo un cuentecillo que recordaba mucho, pero que muchísimo, la ambiciosa aspiración recreadora de Menard, solo que no con Cervantes, sino con Mark Twain. Había identidad de argumento, de arranque, de moraleja y, para redondear, varias frases coincidentes con el modelo.

Por ejemplo, donde Twain dijo "Nuevos muchachos comparecían periódicamente; venían a mofarse, pero se quedaban a blanquear", la musa dictaba al neoautor "Nuevos muchachos aparecieron periódicamente (...); venían a mofarse, claro, pero se quedaban a fregar". El americano: "Había descubierto, sin saberlo, una gran ley de la actividad humana, a saber: para que un hombre o un muchacho codicie una cosa, sólo es preciso que la cosa sea difícil de alcanzar". Y su émulo, en un momento creador análogo: "Has descubierto, casi sin saberlo, un gran rasgo del comportamiento humano: para que alguien codicie una cosa, solo es preciso hacerle creer que es muy difícil de obtener".

Los peritos cifraron en un 90% la identidad entre ciertas frases cotejadas (si se incluían el argumento y otros elementos conceptuales, el índice de coincidencia era casi absoluto). El diagnóstico está claro: su mente fue ocupada por la misma musa que invadió a Menard; solo que ya chocheaba y tomaba una fregona por una brocha, un suelo por una cerca y un cubo de agua por uno de pintura. No era, por supuesto, la perfección absoluta del francés, única en los anales literarios; pero, a pesar de esas imperfecciones, su intento no fue un fracaso completo: tendrá razón al molestarse si algún lector apresurado lo acusa de plagiario cuando es un claro lance de musa compartida.

Una liza erudita

El día anterior al cuento fue 6 de mayo. Se cumplieron diecinueve años del asesinato, aún sin juzgar, de Manuel Giménez Abad, probablemente por el terrorista vasco ‘Ata’; y veintidós del de Tomás Caballero, concejal en Pamplona. Fueron recordados en el Congreso de los Diputados. Tras ello, Sus Señorías hicieron una desusada exhibición de saberes literarios y aun filosóficos. Científicos, no: el presidente del Gobierno insistió en llamar cuatro veces al virus ‘el covid 19’, confundiendo efecto y causa. Se advertían distintas manos en su discurso porque, en una ocasión, leyó SARS CoV-2, si bien dos minutos más tarde recuperó la usual senda errónea que tanto éxito le viene deparando.

De los discursos de nuestros próceres manó un parnaso: Walter Benjamin (Uálter, a la inglesa, por el talentoso Jaume Asens, no obstante señalar que el citado era alemán); Fabio Morábito, en boca de Laura Borràs, que exigía el imposible gramatical y físico del "confinamiento total de Cataluña", omitiendo que solo puede confinarse lo que es posible mover... Fue una liza entre eruditos: Camus, Huxley, Poulantzas, Chesterton, Joan Fuster ¡y el profesor Antón Losada!, a quien admira el gimnasta Baldoví.

Dos perlas singulares pueden rescatarse de la exhibición. La primera, a cargo de la antitodo Mireia Vehí, que no es la primera vez que se muestra creativa: citó el sesudo estudio de un instituto "vinculado al Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Gotenberg". (El diario de sesiones escribe Gotemburgo, pero no dijo eso). Como sobre un ente ficticio debe de resultar laborioso informar con precisión, no dio detalles. (¿Su chuleta aludía a la Universidad de Maguncia, titulada en honor de Gutenberg? Vaya uno a saber).

Terció la Sra. Lastra: "Como dijo el emperador Marco Aurelio, lo que no es útil para la colmena no es útil para la abeja". Cabe, empero, una duda: el emperador (de sobra sabe la Sra. Lastra que es Richard Harris, padre de Joaquín Phoenix y Connie Nielsen) ¿dijo colmena o enjambre? Y entonces ofreció la perla: "Las dos incoherencias es...". Incoherencia incoherente, rizando el rizo.

Recordé al concejal que, en 1994, concluido el Auditorio de Zaragoza ideado por Pérez Latorre, anunció a micrófono sonante que iba a inaugurarse con la interpretación de "la Novena Sinfonía de Beethoven de Mozart, que además es cantada".

Y así seguimos: igual dan Mozart que Beethoven, la covid que su virus, la fregona que la brocha y el enjambre que el panal.

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