Peatonalizaciones sobrevenidas

Una mujer en bici se protege del coronavirus en Wuhan, epicentro de la epidemia en China
Una ciclista, protegida contra el coronavirus, en Wuhan, origen de la epidemia en China.
STRINGER

Entre tanta negrura que nos acompaña las últimas semanas y la que se nos anuncia para el futuro, apetece apartar un tiempo los fantasmas, hacer algo de sitio a la ingenuidad y creer que de todo esto pueden salir cosas buenas. Por ejemplo, unas ciudades menos contaminadas, congestionadas y aceleradas, que resulten más amables para sus pobladores.

En Zaragoza, el coronavirus va a obrar el milagro de tres peatonalizaciones que debieran llevar ya mucho tiempo resueltas y contra las que han combatido con ahínco precisamente quienes ahora mandan en el Ayuntamiento y las van a impulsar. Desde mañana se recuperan para los peatones el paseo de la Independencia (su nombre ya dice cuál debiera ser su uso; el reabrirlo al tráfico rodado tras su última remodelación fue un error que se sigue pagando), la calle de Don Jaime I (no quedan muchas ciudades en Occidente que sigan sacrificando una de las principales arterias de su casco histórico a la circulación de automóviles) y el puente de Piedra (¡que transiten todavía por él vehículos pesados es para que la Unesco mande a los cascos azules!). Estas peatonalizaciones se anuncian temporales, para los paseos del desconfinamiento y en fines de semana. Pero, ojo, que igual, tras haberlo probado, le pillamos el gusto a lo de recuperar las calles para lo que fueron creadas; se lo cogemos nosotros y, puestos a soñar, también los gobernantes.

La corriente que apunta hacia unas formas de movilidad más respetuosas con las personas es general. Empujados por las condiciones que marca la pandemia, grandes urbes como París y Barcelona proyectan ya ampliar aceras y ganar más espacio para las bicicletas, el Gobierno español ha recomendado a los municipios de más de 5.000 habitantes que reserven un carril en sus avenidas principales para las dos ruedas y, de vuelta a la capital aragonesa, precisamente quienes durante años señalaban como un problema estos vehículos y los patinetes, privados o compartidos (cuando siempre han sido gran parte de la solución), dicen ahora que hay que fomentar su uso.

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