Por
  • Pilar Alegría Continente

Tiempo de reconstrucción

Profesionales del Hospital Clínico de Zaragoza agradecen el apoyo de los ciudadanos.
Profesionales del Hospital Clínico de Zaragoza agradecen el apoyo de los ciudadanos.
Guillermo Mestre

Al cumplirse ya seis semanas del estado de alarma por la pandemia del coronavirus, como responsable público no puedo sino poner por delante todo mi agradecimiento a los ciudadanos por el extraordinario ejemplo de responsabilidad, compromiso y solidaridad que están dando para poder vencer, entre todos, a esta cruel enfermedad.

Esa contribución anónima y colectiva es la pieza fundamental e imprescindible en la lucha contra la pandemia. No es un tarea pequeña ni sencilla. Soy consciente de la dureza de las medidas que se han impuesto desde el Gobierno de España, refrendadas por el Congreso de los Diputados. El confinamiento forzoso es un gran sacrificio personal y familiar, que requiere de una enorme disciplina y grandes dosis de paciencia. Ver limitada nuestra libertad de movimientos, no poder siquiera salir a dar un pequeño paseo, es algo que nunca habíamos vivido ni imaginado. No poder visitar a nuestros mayores, no poder abrazarles y acompañarles si están hospitalizados o en una residencia es una experiencia angustiosa e insoportable.

Esta crisis sanitaria nos está llevando a todos al límite de nuestra capacidad de gestionar el dolor, la frustración y la impotencia. También nos enseña que juntos tenemos una formidable resistencia y una invencible voluntad para salir adelante. Esa confianza es la que nos da esperanza de que llegará pronto el momento en que, sin olvidar todo lo que hemos sufrido y a quienes ya no podrán verlo, recuperaremos nuestras vidas. Lo haremos con cicatrices, pero también con una conciencia mayor de las cosas que verdaderamente nos importan y de los valiosos vínculos que nos unen con nuestros conciudadanos.

Llegará esa ansiada normalización. Lo va a hacer poco a poco, porque no nos podemos permitir un rebrote incontrolado de la epidemia. Hoy podemos empezar a decir que el sacrificio de este mes y medio de confinamiento y máximas restricciones no ha sido en balde. Y no dejaré de reconocer y agradecer esa actitud colectiva. Pero también, y con una intensidad excepcional, por la entrega de miles y miles de personas que están haciendo que nuestros servicios públicos y productivos esenciales hayan seguido funcionando, a menudo en condiciones de extrema dificultad. Sanitarios, cuidadores, fuerzas de seguridad, personal de limpieza, transportistas, agricultores, trabajadores de supermercados y tantos otros que han demostrado que somos un país capaz de sobreponerse.

Otro aspecto primordial de lo que está pasando es el objetivo del Gobierno de España -que creo compartimos todas las administraciones- de que nadie quede atrás y sin amparo ante la aguda crisis económica y social provocada por la pandemia y la paralización de la economía. Después de preservar la salud, tenemos la obligación primordial de proteger la cohesión social.

La virulencia de la enfermedad y de su letalidad han superado todas las previsiones en nuestro país y en otros muchos. El coronavirus nos ha dejado ya cifras abrumadoras de fallecidos y hospitalizados. No hay palabras de consuelo para tanto dolor. A lo único que podemos aferrarnos es a los datos que nos confirman que las duras medidas tomadas durante estas semanas están produciendo efecto y la epidemia entra por fin en fase de contención.

Esta experiencia que nunca olvidaremos nos ha puesto a prueba como país, como sociedad y como personas. La incertidumbre, la ansiedad, el miedo y la desesperanza han penetrado en nuestras casas. Tenemos, además, que fortalecer nuestro sistema sanitario público y volver a poner cuanto antes en marcha nuestro sistema productivo para impedir que el daño económico sea extraordinariamente nefasto.

Por eso, ahora es el tiempo de reconstrucción. Un momento de sumar esfuerzos y voluntades para recomponer nuestra economía y el equilibrio emocional de nuestras vidas, de nuestras familias, nuestros grupos de amigos, pueblos, ciudades y comunidades. De todo un país, en suma. Con el mismo espíritu colectivo con el que hemos luchado contra el virus, unámonos ahora para devolver a Aragón y a España su prosperidad y calidad de vida.

Pilar Alegría Continente es Delegada del Gobierno en Aragón

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