Normalización paulatina
El Gobierno ha confirmado este viernes su intención de «dirigir» todo el proceso de transición en el levantamiento de las restricciones por el Covid-19 hasta alcanzar la llamada «nueva normalidad». Es lógico que así sea, aunque también es pertinente que se tenga en cuenta las aportaciones que le hagan llegar las Comunidades Autónomas y que se cree un sistema riguroso y claro de los marcadores que determinen qué lugares están en condiciones de ir levantando de manera gradual las medidas de confinamiento y restricción de los desplazamientos y la actividad comercial,
El descenso constante del ritmo de propagación del coronavirus en España permite empezar a organizar una paulatina vuelta a la normalidad. De hecho, el presidente Pedro Sánchez ha avanzado esta semana en el Congreso que el ‘desescalamiento’ podría iniciarse a partir de la segunda quincena de mayo. En la segunda fase de lucha contra el virus, el riesgo de rebrote será elevado y, por eso, será de la máxima importancia la detección precoz y el aislamiento de los nuevos contagios. Si demasiada gente se infecta al mismo tiempo, será inevitable efectuar nuevos confinamientos. Para evitar eso es imperativo que se realicen controles de manera generalizada. No obstante, la escasez de pruebas diagnósticas ha sido un grave problema desde el principio de la pandemia. A pesar de las afirmaciones del Gobierno, médicos y pacientes siguen quejándose por la falta de test y PCR.
A la hora de abordar el regreso a la normalidad hay que tener en cuenta que los países asiáticos, aún con medidas muy rigurosas, siguen teniendo problemas para mantener al virus bajo control. Por ello, conforme se pueda ir levantando el confinamiento, habrá que extremar la vigilancia epidemiológica. La pandemia está obligando a hacer un esfuerzo sin precedentes que no puede quedar comprometido por falta de pruebas diagnósticas.
