Por
  • Javier Usoz

El aullido de Dylan

Concierto de Bob Dylan en Zaragoza en 1995.
Concierto de Bob Dylan en Zaragoza en 1995.
HERALDO

Bob Dylan acaba de publicar ‘Murder most foul’, una canción muy larga y poco entretenida, exuberante en lo literario y minimalista en lo musical. El título, que puede traducirse como ‘El asesinato más atroz’, es una frase mítica que pronuncia el espectro del rey de Dinamarca en ‘Hamlet’. Sin embargo, más allá de este y de los otros mil guiños y citas culturales que contiene la pieza, en mi personal interpretación, su referencia esencial es el espíritu de la Generación Beat. Para mí, esta entrega de Dylan es una secuela del poema ‘Aullido’, de 1955, en el que su amigo Allen Ginsberg plasmó la Norteamérica zombi que esclerotiza a sus vástagos, o los enloquece.

Sesenta y cinco años después de dicha obra, Dylan, partiendo del asesinato de John F. Kennedy en 1963, atestigua la decadencia estadounidense y asume que semejante crimen no dio lugar a una reacción contra la corrupción que aniquiló el cambio ilusionante que encarnaba aquel líder. La generación de Dylan enmudeció y se refugió en el brillo del pop, con su mística alucinógena, su arte, su cine y su prodigiosa música. Si Lou Reed tardó una década en cantar ‘The day John Kennedy died’, solo para soñar con olvidar aquel día, a Dylan le ha costado medio siglo retratarse.

Además, en plena crisis por el coronavirus, Dylan nos dice que las listas de libros, películas y canciones aliviarán el trance, pero también desliza que la cultura puede convertirse en mera evasión anestésica. Por eso, los diecisiete minutos de recitado musical de ‘Murder most foul’ a mí me parecen el aullido de un anciano que aún necesita creer en la virtud.

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