Por
  • David Serrano-Dolader

Uno para todos

Opinión
'Uno para todos'.
David Serrano Dolader

Se fue el pasado 16 de marzo, en silencio. Y no, no fue el coronavirus sino esa otra enfermedad que va dejando regueros de dolor injusto: el cáncer. Era un anónimo para la mayoría de ustedes pero es héroe no anónimo para mí. En unas semanas se estrenará la película ‘Uno para todos’: la historia de un profesor interino que consigue una plaza para enseñar en el colegio de un pueblo que no conocía de nada. Las escenas del colegio han sido rodadas en mi pueblo: Caspe. Y Pablo esperaba con profundo amor el estreno: su hijo pequeño, Juan, es uno de los niños que, tras mucho esfuerzo de rodaje, aparece en ese mundo infantil. Pablo ya no verá el estreno… ni nosotros veremos ya a Pablo nunca, nunca más. La vida es así de triste, de injusta, de puerca.

Una de las pasiones de Pablo era ir a ver al Real Zaragoza, y continuó yendo incluso estando ya bastante enfermo. Siempre acompañado por sus hijos, sus tesoros: Juan y Sabina. Yo lo conocía de antes, era ‘padre’ del colegio en el que coincidieron nuestros chicos, grandes amigos. Y, en los intermedios de los partidos, hablábamos de los goles del Zaragoza y de sus miedos por su salud. Siempre pensando no en él sino en sus chicos y en su mujer, Penélope. Ella, en su odisea, siempre tejiendo el particular sudario de sus esperanzas y de sus temores. Se nos ha ido; injustamente, profundamente. Pablo: ¡nos vemos y hablamos en cualquier otro intermedio de nuestras vidas!

Como diría el loco: bueno, hoy el loco no dice nada; solo calla y… recuerda.

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