No tires la toalla, Luis
Ni se te ocurra. No puedo ni imaginar cómo estás viviendo esa soledad aislado en una habitación de hospital o ingresado en la UCI. Malísimo, ¡porque mira que es mala la fiebre! Con dificultad para respirar. Sobre todo: solo y con el miedo metido en el cuerpo. Estáis miles de personas igual; ingresados en hospitales, aislados en una habitación de vuestra casa, prisioneros temporales en una residencia de mayores. Con gente que os habla desde la puerta y os entra las medicinas y la comida como si fuerais apestados. Los ‘apestados del siglo XXI’. Os queremos mucho a todos, Luis. Y nos sentimos muy impotentes, confinados y sin poder hacer nada por vosotros. Nuestra ayuda consiste precisamente en seguir encerrados.
Tenéis que seguir luchando. No os podéis rendir de ninguna manera. Os necesitamos sanos a todos y cada uno de vosotros. Estáis en la mejores manos. Los hospitalizados, porque aun con todos los errores, retrasos e incertidumbres, tenemos una Sanidad pública y unos sanitarios maravillosos; y aunque les falte de casi todo: lo poco que hay lo tienen allí para ayudaros. Los que estáis en casa, porque afortunadamente España somos un país donde todavía se mantiene y existe la red familiar y la vecinal; aunque solos en vuestra habitación, tenéis la certeza de que hay alguien detrás de la puerta dispuesto a llevaros un zumo y a cambiaros las sábanas mojadas de la fiebre. Incluso las personas más solas de España tenéis una red de Servicios Sociales y de voluntarios dispuestos a dar consuelo ni que sea por el socorrido móvil.
Resiste, Luisito; necesitamos compartir contigo muchas paellas, que nos arregles el ordenador; que lleves a tu madre al súper, que recojas a tu abuela del café con las amigas, que suman entre todas más de 500 años, y necesitan verse cada día para reñir y criticar un rato. Resistid todos, por favor. No tiréis nadie la toalla. No estáis solos. Os necesitamos. Sois unos valientes.