Vivimos días extraños donde es difícil tener la mente alejada del virus y el confinamiento y, sin embargo, más difícil todavía resulta encontrar cosas nuevas que decir. La novedad de las nuevas rutinas mantiene nuestros cerebros ocupados dentro de una burbuja hasta que, de pronto, uno de los múltiples mensajes de whatsapp que recibimos al día nos devuelve a la realidad. Ésa que parece el guion de una película de ciencia ficción en la que nos hubieran obligado a todos a sumirnos en un período de profunda reflexión. 

El viernes pasado el BOE anunciaba que se aceptarían mascarillas con especificaciones distintas al marcado CE. Mientras tanto, numerosos ‘maker spaces’ se están organizando para diseñar respiradores con impresoras 3D y electrónica de bajo coste que seguro tendrán que ponerse en funcionamiento sin pasar los largos y caros procesos de certificación. Parece que son días en los que la necesidad de innovación se impone a la burocracia. Los foros y redes sociales están en ebullición para conectar ideas de particulares, empresas e instituciones y buscar soluciones a los problemas de hoy. Innovación abierta en estado puro. Innovación desde la trinchera.

Todo pasará, volveremos a nuestras vidas y algún día recordaremos estos días como quien recuerda un sueño que fue muy real. Antes de que se nos olvide, deberíamos empezar a tomar nota de aquellos aprendizajes adquiridos. No hemos evitado la pandemia, no nos perdamos el Renacimiento que puede ir después.