Por
  • José María Gimeno Feliu

Escudos contra el Covid-19

Opinión
'Escudos contra el coronavirus'
KRISIS'20

La extensión de la enfermedad denominada Covid-19, causada por un coronavirus, ha justificado, por su propagación mundial, la declaración de pandemia global, tal como fue calificada por la Organización Mundial de la Salud el pasado 11 de marzo. Su impacto sobre nuestras vidas está siendo excepcional hasta el punto de considerarse por ciertos gobernantes (cuya consideración comparto), que estamos ‘en guerra’.

Para protegerse de las consecuencias del virus (la experiencia previa de China e Italia quizá no fue suficientemente valorada a la hora de determinar el nivel de riesgo del Covid-19), España –y todos los países– activaron, con distinto nivel de rapidez, intensidad y responsabilidad en la respuesta, un escudo sanitario que, es evidente, ha resultado, como consecuencia de una respuesta tardía, manifiestamente insuficiente.

Sorprendidos por el impacto del ‘enemigo’, al que se había minusvalorado (pese a que existían datos alarmantes en los centros hospitalarios que recibieron la primera oleada), y tras una etapa dubitativa de nuestros responsables políticos, se ha optado por reforzar todo el ‘armamento’ que cuenta a disposición nuestra administración sanitaria, si bien la intendencia, con evidente falta de recursos imprescindibles, se ha encontrado superada por la dimensión de la crisis, agravando los efectos. El trabajo de todo el personal sanitario, en un auténtico ‘combate cuerpo a cuerpo’, está siendo ingente, ejemplar, y demuestran lo mejor de nuestra sociedad. No habrá agradecimiento suficiente y no deberemos olvidar su sacrificio, vocación de servicio y solidaridad. Son lo mejor de la marca España.

Pero el Covid-19, al desbordar al escudo sanitario, ha obligado al Estado a utilizar medidas jurídicas de indudable impacto social, con la declaración del estado de alarma (hace pocos días nos parecía un escenario distópico), y limitando la actividad presencial obligando a la población a recluirse en sus casas como freno a la propagación desproporcionada que amenazaba el colapso de nuestra ‘infantería sanitaria’, utilizando a los Cuerpos de Seguridad del Estado y al Ejército como ‘segunda línea’ para proteger a la ciudadanía frente a la propagación. Su ejemplo es, igualmente, sobresaliente.

El impacto de esta medida –hace pocos días se consideraba algo impensable– ha obligado a desplegar un escudo económico, pues la pandemia ha contaminado también nuestro modelo productivo y empresarial. Para ello, el Gobierno, junto a medidas adoptadas por ejemplo por el Banco Central Europeo al inyectar 750.000 millones de euros con el fin de dar liquidez a los Estados y a las empresas, ha aprobado un paquete de medidas que debe servir de escudo económico para proteger a todo nuestro sector productivo (en especial pymes y autónomos). Proteger el empleo, dotar de liquidez financiera a las empresas, acompasar las exigencias tributarias a la realidad dinámica de esta crisis son elementos imprescindibles, donde, desde el mayor consenso, hay que ser valientes y no dogmáticos (evitando innecesarios prejuicios ideológicos), activando todo el armamento, tanto público como privado, que se tenga a disposición para que el virus no contamine gravemente nuestra economía.

Por último, no puede desconocerse que toda crisis tiene otros efectos no deseados sobre la población más débil, lo que exige activar un escudo social para protegerlos (las empresas y las personas deben ser generosas y evitar el oportunismo). Nadie puede ser olvidado y quedar atrás. Y esto es una labor de todos.

La sociedad española es plural, comprometida y solidaria, y la respuesta ante la crisis acredita un alto grado de madurez cívica.

Tras vencer al virus, nuestra inmunidad sanitaria –y social– se habrá fortalecido y estaremos en mejores condiciones de asumir otras posibles contingencias futuras. Esta experiencia debe servir para ser más fuertes, aprender a planificar y contar con el mejor conocimiento técnico en la toma de decisiones para valorar debidamente los riesgos, a invertir de verdad en investigación, a fortalecer la cooperación institucional para ser más eficaces, a superar el populismo político. Por ello, luchemos ahora entre todos. Unos, sanitarios, cuerpos de seguridad, trabajadores que garantizan la distribución de alimentos y productos, desde su trabajo diario. Todos los demás, desde casa, cumpliendo con máxima convicción las medidas que se adopten, somos el escudo de la ciudadanía. Entre todos venceremos.

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