Por
  • Jesús Morales Arrizabalaga

Historia de gente buena

Opinión
'Gente buena'
KRISIS'20

Con el propósito de evitar el contagio corporal estamos desarrollando nuevas formas de contacto social. Parados en espacios reducidos, mientras nos movemos mentalmente en dimensiones espaciales y temporales; revisamos, pero también proyectamos. Tiempos interesantes que reclaman nuestra observación; suelen serlo todos los catastróficos: fenómenos naturales desatados que sin embargo estudiamos por la llamada del ser humano a la comprensión: comprender para mejorar las posibilidades de supervivencia de seres tan frágiles en entornos tan poderosos.

Soy historiador, por tanto observador. Selecciono elementos de lo observado y les doy forma mediante narración. Asociamos ‘historia’ con pasado, pero la palabra que describe nuestro oficio tiene en su raíz un significado mucho más abierto del que queda algún rescoldo activo en expresiones como historia natural (‘Natural History’). Los otros objetos de observación se han especializado y han obtenido nombres específicos que asociamos con ‘las ciencias’, pero compartimos la raíz de nuestra aproximación a la realidad. El historiador hoy observa personas y grupos, más en concreto acciones y expresiones que ya han terminado, que ya han pasado. Buscamos, estudiamos y elegimos algo digno de ser destacado; de quedar en la memoria (memorable), de ser leído (legendario)...

El comportamiento humano es monótono; por eso buscamos para observar zonas de fricción, episodios con movimiento. Tengo pocas dudas de que estos meses lo son, porque se atenuarán inercias; como el esquiador que aligera la presión sobre las tablas para cambiar apoyos y facilitar el giro; la primera Ley de Newton aplicada a la masa individual o social. El SARS-CoV-2 nos está dando un buen empujón. Hasta Trump parece que reconsidera su coqueteo con los grupos antivacuna y pide ahora ansioso la ayuda de la ciencia (Thorp, ‘Do us a favor’, revista ‘Science’, 13 de marzo de 2020).

¿Qué nos espera? Como estamos cambiando apoyos tenemos una buena oportunidad para repensar los fundamentales de la acción de gobernar. Observo a mis vecinos, a los prójimos que la tecnología permite traer ante mí desde miles de kilómetros. Como científico descarto a los que se exhiben para ser observados: sesgarían los resultados. ¿Qué veo? ‘Gente buena'. Cuando intento desarrollar esta percepción empiezan las dificultades. Primera: no tenemos palabra. Otros grupos la han conseguido; deben ser más fáciles los nombres que trasmiten enfado o enfrentamiento. Eso les hace más visibles y adquieren una sobrerrepresentación en la imagen global: parecemos una sociedad de cabreados, de ‘odiadores’; malhablados. Como Haddock, pero sin gracia.

‘Gente buena’ es concepto que nos viene a granel, sin empaquetar; con las piezas de su significado dispersas como pelotas de tenis que debemos recoger de la pista. ¿Qué dice? Creo que tiene dos núcleos de significado. El primero es más fácil de reconocer: ajustar la conducta a un código de valores que hace más concreto ese concepto abstracto de ‘bien’ y permite la toma de decisiones. Me interesa más el segundo, porque suele quedar escondido: gente buena porque mejora el entorno con el que interactúa; que ‘hace el bien’. Literalmente, lo que en la Constitución de 1812 prescribieron a los españoles: ser benéficos.

Según mi observación, a nuestro alrededor predomina de largo la gente buena: que se esfuerza por hacer mejores las cosas con su presencia. Son además valores y actitudes compartidas; agregadoras. Las palabras que usamos lo demuestran. Decimos ‘solidario’ e ‘íntegro’; ambas, en su acepción ética romana y cristiana, connotan unidad. Aunque no somos conscientes, nos sentimos como pertenecientes a un todo que nos esforzamos para proteger de fracturas; actuamos para mantener cohesionada esa entidad única. Cuando era niño, las armas más poderosas de los invasores del espacio eran las pistolas desintegradoras: no solo te mataban sino que te descomponían en moléculas insignificantes, sin opción de resurrección.

Si nos valoramos a partir de imágenes que nos construyen terceros, recibiremos entreverada su hiel. Si nos miramos directamente, creo que lo que veremos nos gustará. Gente buena.

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