Codo con codo

Opinión
'Codo con codo'
POL

Apareció en Wuhan, había 59 personas infectadas, y ahora, dos meses después, afecta a más de 100.000 personas en 110 países. Ha conmocionado al mundo. La actualidad gira en torno a él. De lo local a lo global. El virus nos ha devuelto una parte de nuestra humanidad, que ya teníamos bastante olvidada. Era imposible que nos pasara, pues esas cosas les pasan a otros, a los que viven lejos, a los invisibles. Los historiadores lo definirán como un hecho que marcará nuestra época. Los smartphones han colonizado el planeta. Estos días se han convertido, todavía más, en nuestros compañeros inseparables. Entre los muchos mensajes me ha gustado uno, que viene de Italia. Decía: "A nuestros abuelos les pidieron que fueran a la guerra. A nosotros sólo nos piden que nos quedemos en casa". Comparar para explicar que nuestro mundo, tal como lo hemos conocido, va a ser modificado y nos empieza a anticipar una nueva realidad. No hay noticia en nuestra historia contemporánea de un colapso como el que ha precipitado el coronavirus. En clase de Historia explicábamos la pandemia conocida como ‘gripe española'; al terminar, en diciembre de 1920, habían fallecido más de 40 millones de personas. Las consecuencias de la pandemia de coronavirus no alcanzarán la dimensión de aquella tragedia. Pero, paradójicamente, la crisis económica derivada será mucho mayor.

Estamos ante un combate totalmente distinto a lo conocido y eso siempre asusta. Pero de su evolución va a depender el desarrollo económico, con un impacto múltiple sobre la producción, el consumo y los mercados. Se ha producido una ruptura en la cadena productiva global y se contraen suministros y demanda. Como en toda crisis, y está lo es, unos ganarán y otros perderán. Un ejemplo lo tenemos en la disputa a partir del virus entre los dos productores de crudo, Rusia y Arabia Saudita, para saber quién manda en este mercado. Como también el virus puede decantar la que ya libran China y Estados Unidos por el poder mundial. De la misma manera que el desarrollo de las guerras ha impactado en los procesos electorales, la elección presidencial en Estados Unidos no se librará. Quizá el virus sea el mejor aliado de los demócratas para derrotar a Trump. Recordemos su política de precarización del sistema de salud que reformó el presidente Obama.

Ninguna crisis es exactamente igual que otra anterior, pero cada una sirve para sacar enseñanzas sobre cómo abordar las futuras. Principalmente, en la forma en la que un Gobierno actúa ante sus ciudadanos, jugándose su liderazgo o exponiéndose a venirse abajo. Le sucedió a Aznar con las crisis del ‘Prestige’, de la guerra de Irak o del 11-M; a Zapatero, con la crisis económica negada y a Rajoy con la de los casos de corrupción. Ahora le toca a Sánchez. Una epidemia, de estas características desnuda a todos los que tienen responsabilidades en la gestión de la respuesta. Pone a prueba los sistemas de salud, pero también los sistemas políticos.

Nosotros tenemos una estructura económica, con gran importancia de los contratos temporales, por tanto la crisis puede tener efectos terribles. El riesgo para la economía española en la situación actual de detención es enorme. De nuevo vuelvo a la historia. De la misma manera que el asesinato del archiduque de Austria, en agosto de 1914, fue la chispa que encendió la enfermedad de la Gran Guerra, pero no fue su causa estructural, es posible que la pandemia del coronavirus acabe siendo la chispa que comenzó la crisis económica mundial que se avecina, pese a no ser su causa fundamental. Por lo tanto en este momento excepcional es fundamental encontrar formas de proporcionar a nuestras economías y a nosotros mismos mucha más capacidad de resistencia social, económica y política. Los gobiernos y las instituciones mundiales no deben repetir los errores cometidos tras la crisis financiera de 2007-2008. Vivimos en una sociedad profundamente individualista y si queremos salir de esta crisis hemos de hacerlo desde lo colectivo, asumiendo la corresponsabilidad de saber y sentir que de nuestras acciones depende la suerte de las personas que te rodean, y que tú también dependes de ellos. Y como canta Jorge Drexler: "La paranoia y el miedo no son, ni serán el modo, de esta saldremos juntos poniendo codo con codo".

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