Socorro sanitario y económico
La suspensión temporal de la producción en algunas de las principales industrias aragonesas (Opel, Pikolin y CAF) es el signo más claro del intenso parón que vive España y toda Europa. El Gobierno aprobará hoy un paquete de medidas de corte económico para hacer frente a las consecuencias del coronavirus. Ese plan contempla préstamos y avales públicos para las empresas y el cambio en las fórmulas de despido. No obstante, habrá que hacer más. En coordinación con la UE y con los organismos internacionales, hay que estimular de inmediato la economía para limitar los daños.
España, igual que otros muchos países, se enfrenta a una situación muy compleja a causa del Covid-19. La pandemia pasará, pero el precio a pagar por vencerla será alto en vidas, miedos y también en términos económicos. Ya está claro que va ser inevitable un desplome del PIB. En consecuencia, hay que estimular de inmediato la economía para limitar los daños. El propósito primero del Gobierno es el sanitario, pero el segundo es dar muestras de liderazgo para transmitir seguridad y evitar que el sector económico se despeñe tomando decisiones aceleradas a causa del pánico.
Hay que aplicar incentivos económicos con rapidez. Primero, dando garantías ilimitadas (como han hecho Alemania o Japón) y préstamos sin interés para evitar que las pymes queden estranguladas por falta de liquidez. Segundo, facilitando que los empresarios apliquen expedientes temporales de reducción de empleo, de manera que no despidan a los trabajadores. Tercero, habilitando un paquete de inversiones públicas para amortiguar la caída y propiciar que la salida de esta crisis sea lo más rápida posible. Ante la dolorosa batalla que libramos no basta con hacer cuarentena y cerrar las fronteras. Hemos de cubrir las consecuencias económicas del descenso de la actividad que es imprescindible para acabar con el virus.
