Por
  • Eva Pérez Sorribes

No solo papel

El 'Moonselfie' o 'selfie lunar' consiste en hacerse una foto con un rollo de papel higiénico.
'No solo papel'.
Freepik

El papel de váter se ha convertido en el símbolo de nuestra fragilidad, y también de nuestra miseria. Escasea de las estanterías del supermercado como el sentido común en esta sociedad alarmada que acaba de descubrir que, sí, somos vulnerables. Algún misterioso resorte nos lleva a concentrar nuestros miedos en un producto como este y a convertirlo en oscuro objeto de deseo e hiperconsumo focalizando en él nuestros mínimos imprescindibles. No me digan que la metáfora no es de órdago. Papel para limpiar el culo alzado al altar de la dignidad esencial. Nos podrán quitar los viajes, los conciertos y hasta los bares –¡qué dolor!–, pero no el papel de váter. Aunque, simbolismos al margen, conviene tener claro que lo que esta crisis vierte por ese escurridero es, más allá de la salud, lo más cotidiano y necesario. Por el váter se irán empleos, proyectos, previsiones y todo tipo de estructuras. Un virus coyuntural nos ha desvelado lo precario de nuestro andamiaje a todos los niveles, el doméstico y de los cuidados, el laboral con su presentismo inflexible y el económico solo basado en el consumo y el que siga la fiesta. El colapso vírico que obliga a parar debería servir también, cuando esto pase –que pasará–, para cambiar y mejorar. Pero para eso hace falta mirar un poco más arriba, o no tan abajo, porque ni en el trasero de cada cual, ni con papel a triple capa y acolchado, está la solución. Está en la tranquilidad responsable, la cooperación necesaria y el reseteo obligado de las vidas de casi todos. Ya no se trata solo de sobrevivir al virus, sino de aprender a vivir mejor después de él. Igual hasta lo conseguimos.

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