Por
  • Isabel Soria

Colegios

Niños de primaria en un colegio aragonés.
Niños de primaria en un colegio aragonés.
Heraldo.es

Todos hemos pasado por colegios, escuelas e institutos y guardamos mejor o peor recuerdo. De todo hay: flases que rememoras como una auténtica pesadilla y momentos maravillosos. Yo, aún sueño que me presento a la selectividad, y eso que no lo recuerdo como un momento especialmente traumático en mi vida. Pero ni el algodón ni el subconsciente engañan. Ahora, por mis hijos, vuelvo a estar en el patio y formo parte del sistema educativo. Y me doy cuenta de la importancia del colegio. Del colegio como el lugar donde pasan las cosas, se fomentan, se viven y se descubren muchas primeras experiencias, tan sumamente maravillosas como el aprender a leer, a sumar y a convivir. Hace tres cursos comenzó la escolarización de mi hija. Un día abres los ojos y de repente sabe las letras, otro día sabe escribir y después, además, leer. Y no has sido tú, han sido otros los que lo han hecho por ti: le han enseñado. Distingue vocales de consonantes, no sólo mayúsculas de minúsculas, sino que, además, ¡lo hace en inglés! Y aunque me parece magia, no lo es, es paciencia y trabajo. En el colegio, además, tiene amigos. Compañeros con los que comienza a vivir otro de los grandes regalos de nuestra especie: la amistad y la empatía. Yo como mujer positiva, pienso que la enseñanza obligatoria es de lo mejor que tenemos en nuestra sociedad. Creo que no somos conscientes de la buenísima labor que se desarrolla en los colegios. Todos los docentes van con la intención de hacer algo bueno con y por ellos, porque saben que lo que tienen en sus manos es nuestro más valioso tesoro: nuestros hijos.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión