China y la Covid-19

El personal sanitario de uno de los hospitales provisionales construidos en Wuhan celebra el alta de todos sus pacientes.
El personal sanitario de uno de los hospitales provisionales construidos en Wuhan celebra el alta de todos sus pacientes.
YFC / Efe

Entre las pocas noticias alentadoras que llegan, hay que destacar que en China, donde todo empezó, la epidemia de Covid-19 parece estar controlada. El 1 de diciembre del año pasado se detectó en la ciudad de Wuhan el primer caso de una neumonía atípica, pero hasta el día 12 las autoridades chinas no fueron conscientes de que estaban ante el brote de un nuevo coronavirus. Y aún pasó un mes hasta que se tomaron medidas drásticas. Ahora, tres meses después de la detección del virus y con más de 3.000 muertos y 81.000 infectados, de los cuales, hay que subrayarlo, ya se han recuperado el 70%, los nuevos enfermos que se declaran son muy escasos y en la zona sometida a cuarentena se están preparando para el levantamiento de las restricciones. No hay que echar las campanas al vuelo, entre otras cosas, porque con la vuelta a la normalidad podría producirse un rebrote. Pero el final de la pesadilla allí parece próximo. Esperemos que sea así. Aunque sobre lo que no sabemos nada, de momento, es sobre la experiencia, seguro que poco grata, de los millones de personas sometidas a la disciplina impuesta para combatir la enfermedad por un régimen político que no se anda con contemplaciones. Esos tres meses de calvario en China cuadran con los escenarios que planteaba ayer para España Fernando Simón: harían falta entre dos y cuatro meses para controlar la epidemia. Seguramente, no todo lo que ha funcionado en China serviría -o siquiera podría intentarse- en los países de la liberal y democrática Europa. Pero sería raro que no pudiéramos aprender mucho de la experiencia del primer país que ha combatido la epidemia y la ha domesticado.

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