Condición femenina

RECURSOS ZARAGOZA. PARANINFO / 26-10-2017 / FOTO: GUILLERMO MESTRE [[[FOTOGRAFOS]]] [[[HA ARCHIVO]]]
Interior del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza.
Guillermo Mestre

En breve se van a celebrar elecciones al rectorado de la Universidad de Zaragoza. Este hecho es absolutamente normal en el funcionamiento de nuestra institución. Cada cuatro años tenemos el derecho y el deber de elegir a nuestro máximo mandatario. Lo que sí es una absoluta novedad es que, por vez primera en casi cinco siglos de historia, una mujer puede ocupar el puesto de máxima autoridad. Nunca antes había habido esta posibilidad, pero ahora sí.

Nada ha impedido que esto hubiera tenido lugar con anterioridad. La ley, afortunadamente, hace muchos años que posibilita a cualquier catedrático de esta universidad a presentarse a las elecciones. Pero, como casi todo en la vida, una cosa es predicar y otra dar trigo.

Sin ninguna duda las primeras responsables de que no haya ocurrido somos nosotras mismas, las catedráticas de la universidad. Ninguna ha optado al puesto hasta ahora, por lo tanto, difícilmente han podido ser elegidas. Debemos entonar nuestro propio ‘mea culpa’. Es cierto que las mujeres que podemos optar al cargo somos muchas menos que los hombres, pero la realidad es que ninguna lo ha intentado. No quiero con lo anterior recriminárselo, ya que hay muchas circunstancias que explican este comportamiento. Y a ellas me quiero referir.

La primera, que ya he comentado, es el fuerte desequilibrio entre el número de catedráticas y el de catedráticos. Solo por probabilidades matemáticas, la posibilidad de que el puesto siga en manos de los hombres es muy elevada. Pero no es esta la más importante, porque en la mayoría de las universidades españolas la situación es similar, y ya hay elegidas varias rectoras. La principal, en mi opinión, es la falta de aliciente que encuentran muchas de mis compañeras en pretender un puesto que está sometido a una fuerte exposición pública en la que la crítica puede ser muy destructiva. Hay que tener convencimiento de que lo que se quiere hacer va a mejorar la institución para que todo lo que tenemos que escuchar no nos afecte emocionalmente. 

Pero, sobre todo, hay una explicación contra la que sí quiero rebelarme. Algunos compañeros varones, espero que no sean muchos por el bien de nuestra casa, me han expresado su apoyo afirmando que por qué no iba a haber una rectora en nuestra universidad si esta era tan buena como cualquier hombre. ¿Tan buena como cualquier hombre? ¿Es que, acaso, debemos demostrar las mujeres que nuestra aptitud está a la altura de la de los varones para poder optar a los mismos puestos? ¿Alguien ha oído alguna vez en su vida la frase es tan bueno como cualquier mujer? No quiero aceptar esta argumentación ni en los que me apoyan en mi candidatura. Mi adversario varón en esta elección, y actual rector, lo es por su valía profesional, lograda a lo largo de su larga carrera profesional sin ningún condicionante de género. Quiero que, en mi institución, este sea el pensamiento dominante. No quiero que mi valoración tenga en cuenta que nací con un determinado sexo. Ni quiero que ninguna otra mujer en la Universidad de Zaragoza tenga ni que escucharlo ni que decir que esto es machismo maquillado.

Las mujeres, con demasiada frecuencia, nos comportamos como si tuviéramos cierto complejo de inferioridad. Escribimos menos en los medios, aunque nuestra opinión esté perfectamente formada. Rehuimos ciertos cargos por miedo escénico, aunque nuestra gestión sea magnífica. Nos presentamos siempre como más dialogantes, aunque tengamos que aceptar muchas veces roles secundarios para lograrlo. Aceptamos ser las primeras en dar un paso atrás y nos buscamos nosotras mismas la excusa para justificarnos. Pero si seguimos actuando solo de esta forma no lograremos ocupar el 50% del espacio que nos corresponde en esta sociedad. Precisamos de más mujeres que den un paso al frente.

Sí, creo que el cambio ya se está produciendo, pero solo se consolidará si podemos pensar, actuar y comportarnos como nosotras mismas. Cada una tendrá sus ideas y sus propuestas, pero no deberá tener que demostrar con anterioridad a ocupar ningún puesto de relevancia que es un hombre con faldas.

Ana Isabel Elduque es catedrática de Química Inorgánica de la Universidad de Zaragoza

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión