El pegamento de la sociedad

Opinión
'El pegamento de la sociedad'.
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Afinales del siglo XX, el Banco Mundial lanzó la ‘Iniciativa del Capital Social’. En abril de 1998 publicó el primer documento de trabajo de la serie donde se abordaba su definición, supervisión y medición. Para presentar la iniciativa escribía entonces Ismail Serageldin "cada vez hay más pruebas empíricas de que el capital social contribuye de manera significativa al desarrollo sostenible. La sostenibilidad consiste en dejar a las generaciones futuras tantas o más oportunidades como las que nosotros mismos hemos tenido. Las crecientes oportunidades requieren una reserva de capital cada vez mayor. La composición tradicional del capital natural, el capital físico o producido y el capital humano debe ampliarse para incluir el capital social". Y continuaba diciendo: "El capital social se refiere a la coherencia social y cultural interna de la sociedad, las normas y valores que rigen las interacciones entre las personas y las instituciones en las que se insertan. El capital social es el pegamento que mantiene unidas a las sociedades y sin el cual no puede haber crecimiento económico ni bienestar humano. Sin capital social, la sociedad en general se derrumbará, y el mundo de hoy presenta algunos ejemplos muy tristes de ello". En abril de 2001, publicaban el último de los 24 documentos de trabajo de la serie, presentando la síntesis de resultados y las recomendaciones de la iniciativa.

Tanto entonces como ahora, el marco de referencia lingüístico es el anglosajón. En inglés distinguen entre ‘share capital’ y ‘social capital’. El primero es ese conjunto de dinero, activos y riqueza de una empresa. El segundo era una perspectiva novedosa desde el Banco Mundial, cuya misión, no lo olvidemos, es "poner fin a la pobreza extrema y promover la prosperidad compartida". Esta segunda acepción del ‘capital social’ era su apuesta, que retomaba otras perspectivas y teorías alineadas con su misión.

De ese modo, activaron diversos procesos de investigación y producción académica. Se trataba de legitimar con fundamentos empíricamente contrastados su discurso para diseñar políticas institucionales. Así se impulsó ese campo de conocimiento que sigue siendo un ámbito de la literatura especializada. Tras unos años de gran relevancia, se ha ido quedando en las estanterías. Precisamente por ello, merece la pena retomar la metáfora clave de su definición: el pegamento.

Al preguntar qué es decían en 1998: "El capital social de una sociedad incluye las instituciones, las relaciones, las actitudes y los valores que rigen las interacciones entre las personas y contribuyen al desarrollo económico y social. El capital social, sin embargo, no es simplemente la suma de las instituciones que sostienen la sociedad, sino también el pegamento que las mantiene unidas". Y entonces explicaban que "incluye los valores compartidos y las normas de conducta social expresados en las relaciones personales, la confianza y un sentido común de responsabilidad ‘cívica’, que hace que la sociedad sea más que un conjunto de individuos. Sin un grado de identificación común con las formas de gobierno, las normas culturales y las reglas sociales, es difícil imaginar una sociedad que funcione". Tres años después, en 2001, se omitía la metáfora, pero no explicaba mejor el concepto. Es más, necesitaríamos saber qué tipo de pegamento es eso que llamaron capital social.

No son lo mismo la cola fuerte, el titebond, el loctite o la cola blanca. La primera, esencial entre violeros y guitarreros, se mantiene firme mientras no es sometida a calor y humedad. El segundo es una resina alifática que suelda la madera para siempre. El tercero es un cianocrilato que sirve de adhesivo universal, pega instantánea y permanentemente, incluso las heridas. La cuarta es un acetato vinílico que cualquiera conoce de los trabajos manuales. Cada una tiene su función y prestaciones. Ahora, ¿cómo ‘pegamos’ nuestra sociedad?

Si las relaciones sociales, las redes, las normas y los valores compartidos son claves para ‘pegar’ la sociedad, tendremos que cuidar cómo cohesionamos esta España nuestra. Hay decisiones políticas que pueden despegar lo que se pensaba bien adherido. El capital social también se erosiona y se malgasta.

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