Otro cisne negro
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) calcula que la epidemia del coronavirus va a frenar significativamente la economía mundial este año. Sea como fuere, hay que mantener la cautela porque las consecuencias sanitarias, económicas y políticas de la crisis del Covid-19 van a depender de su duración, propagación e intensidad. Lo que sí está claro es que los gobiernos, los bancos centrales y los organismos multilaterales pueden ayudar a que el escenario no empeore si actúan de manera rápida, coordinada y decisiva para superar el virus y su impacto.
La epidemia del coronavirus, un acontecimiento tan inesperado e impredecible como la visión de un cisne negro (según la célebre teoría del profesor Nassim Nicholas Taleb), ya influye negativamente en el crecimiento global. La propagación del virus es, pues, otro ‘cisne negro’ como los que en ocasiones han disparado las crisis económicas. La gran cuestión ahora es qué dimensión tendrá este impacto. La OCDE ya ha pronosticado, en el mejor de los escenarios, una rebaja del crecimiento global desde el 2,9% hasta el 2,4%. Por ahora, está poniendo en jaque a los sistemas sanitarios de los países en los cuales se ha manifestado y hundiendo las bolsas de valores en un clima de incertidumbre y desconfianza.
Las experiencias con la gestión de otros ‘cisnes negros’ deben servir como guía de respuesta a los desafíos a corto plazo que ahora provoca el coronavirus. Es necesario aplicar medidas para contener la propagación del virus, reforzar los sistemas de salud, impulsar la confianza social y limitar los efectos adversos en la producción y el comercio. Los gobiernos y los bancos centrales deben calmar a la ciudadanía y a los mercados recordando que están ahí para administrar la medicación necesaria en el caso de que la epidemia del coronavirus ponga en riesgo la estabilidad de la economía mundial.
