Por
  • Alicia Asín

Mi vida tras un filtro

Logo de Instagram
Logo de Instagram
HA

La legión de fans de Hatsune Miku llenó el estadio de Sant Jordi el pasado enero para ver a una artista que, en realidad, no existe: es una vocaloide, un holograma que canta. Puede que alguno se sorprenda, pero no es el único caso en el que preferimos lo virtual a lo real.

Según una encuesta, más del 10% de los españoles acuden a las clínicas de cirugía estética con un selfie retocado como referencia. Supongo que no hay ningún problema en aspirar a ser mejores versiones de nosotros mismos, aunque deberíamos vigilar no sea que nuestro continente sea el único contenido que tengamos para ofrecer. La preocupación llega cuando afecta a la autoestima y cómo, según los expertos, puede desembocar en un trastorno dismórfico corporal. Las voces críticas han elevado la alarma a tal punto que la red social Instagram anunció que retiraría todos los filtros que emulan el efecto de una operación de cirugía estética.

Y si ya no nos gustamos ni nosotros mismos, ¿qué decir de nuestras parejas? Una empresa de ‘chatbots’ realizó una encuesta entre sus usuarios, el 40% confesó que podría enamorarse de su asistente virtual. ¿Visitar a nuestros padres? Mejor les regalamos un asistente de voz que les haga compañía. Y yo que pensaba que estas cosas solo pasaban en ‘The Big Bang Theory’.

La verdad es que nunca me han preocupado los puestos de trabajo que transformará la automatización, lo que me preocupa es que los robots nos quieran quitar nuestro papel como seres humanos.  

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión