Por
  • Javier Sebastián

Algoritmos

Los algoritmos determinan cada vez más nuestro pensamiento.
'Algoritmos'.
Krisis'19

Hay algoritmos para que un editor pueda elegir sin equivocarse el libro que más se va a vender. ¿Qué hay de malo en querer vender? Nada. ¿Y en querer únicamente vender? Todo. Al menos, cuando hablamos de libros, que es donde crecen los bosques del pensamiento. Si lo que un editor quiere es someterse a los lectores, el algoritmo es definitivo. Pero si lo que busca es una alternativa al mundo, entonces el algoritmo es una calamidad, porque el editor se convierte en un mero lector de datos. Mi tía Maripaz, por ejemplo, podría haber sido editora, hubiera acertado siempre publicando lo que le ordenara un algoritmo. Y el ex-entrenador Del Bosque. Y la Mona Lisa. ¿En qué situación quedan los escritores? Someterse al algoritmo los obligaría a todos a escribir igual. Pura censura. ¿Y los lectores? Qué aburrido sería ser lector, leyendo siempre el mismo libro. ¿Y los que no son ni editores, ni escritores, ni lectores? Un algoritmo es un mero cálculo, por complejo que sea. Llevamos haciéndolos desde que nacemos: para coger un sonajero, para no caernos de la bici. Incluso para enamorarnos. Conque a lo mejor resulta que un algoritmo es algo profundamente humano. Sin ninguna matemática.

Ojalá los editores no hagan caso de lo que dicen los algoritmos y sigan equivocándose. Y cuanto más, mejor. Solo así podremos leer un libro distinto cada vez. Y darnos un trompazo y levantarnos, y fracasar o acertar, o lo contrario, depende.

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