Alma de cántaro

Un lector se informa en las páginas de HERALDO.
Un lector.
ÁLVARO CALVO

Tras haber afirmado la semana pasada en estas páginas que los medios de comunicación de mayor difusión en España están promoviendo el sectarismo, se me responde que confundo causa y efecto, ya que se trata de empresas que solo venden lo que la sociedad quiere comprar. Pues bien, si así fuera, que no lo creo, la irresponsabilidad de dichas empresas sería mayor, por la obligación que tienen de contribuir a la convivencia democrática.

También hay quienes me dicen, con fundamento, que los medios informativos y de opinión no pueden ni deben ofrecer idílicas ficciones, sino que han de reflejar la realidad tal cual es, y que ya pasó aquella extraña época en la que la opinión pública consideraba escandaloso e inaceptable que se llamara a alguien mentiroso, cobarde o traidor. En la actualidad, en cambio, abierta la veda, nadie hace carrera política sin sacar provecho de los insultos, tanto a la hora de proferirlos, como a la de encajarlos.

Pese a todo, sigo convencido de que la generalidad de la sociedad española no está fanatizada. No se me pasa por la cabeza, por ejemplo, que quienes apoyan a Unidas Podemos sean chavistas, ni que quienes votan a Vox sean machistas. Tampoco creo que sea independentista la mayoría de la minoría que vota a partidos independentistas, ni que estos en el fondo sean tal cosa. Llámenme iluso, alma de cántaro o santurrón. No me importa, y menos si lo hacen en público, que uno tiene su vanidad. Somos la inmensa mayoría. Tal y como cantaba Georges Moustaki, cuando se le achacaba tener esperanza en la bondad de la humanidad, "sin embargo, otras voces me responden".

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