Aportar esperanza

Opinión
'Aportar esperanza'.
HERALDO

El 8 de enero, el papa Francisco se entrevistó en el Vaticano con Peter Tabichi, hermano franciscano y profesor de Ciencias, conocido como ‘el mejor profesor del mundo’, luego de ser galardonado con el ‘nobel de Educación’ (Global Teacher Prize) 2019, por su significativa labor educativa en una de las zonas de extrema pobreza en Kenia.

Peter Tabichi, que pertenece a los Hermanos Franciscanos de Mount Bellew, llegó al Vaticano procedente de Kenia. Al día siguiente visito Asís, donde quedó, según sus declaraciones, impresionado por los lugares franciscanos, e inmediatamente regresó al país africano.

Cuando recibió el premio, el hermano franciscano dijo que el millón de dólares que incluye sería utilizado para beneficiar a la comunidad en materia educativa. Sus palabras fueron: "Voy a devolverle este premio a la sociedad, porque soy un religioso. Nuestras necesidades están atendidas: comida, ropa, todo. Entonces, me hará muy feliz la manera en la que este gran momento va a beneficiar a la sociedad". Añadió: "Como profesor, busco tener un impacto positivo no solo en mi país, sino dentro de toda África". Sigue la senda de la Madre Teresa de Calcuta cuando escribía: "Yo hago lo que usted no puede, y usted hace lo que yo no puedo. Juntos podemos hacer grandes cosas".

En nuestro país son muchas las personas que, como consecuencia de los cambios demográficos, viven durante más tiempo, con mayor nivel cultural y en mejores condiciones de salud que las de anteriores generaciones y están devolviendo a la sociedad lo que de ella han recibido involucrándose en proyectos comunitarios. Entre sus deseos están el interés por procurar bienestar a las siguientes generaciones y por dejar un legado que les sobreviva. Son conscientes de que, como escribía José Ortega y Gasset, "solo se aguanta una civilización si muchos aportan su colaboración al esfuerzo; si todos prefieren gozar el fruto, la civilización se hunde".

No me fue fácil encontrar en los medios de comunicación el encuentro de Peter Tabichi y el papa Francisco, pues se produjo justamente cuando en nuestro país asistíamos al debate de investidura del presidente del Gobierno. A la vez que buscaba la noticia, encontré unas declaraciones del Papa, realizadas hace unos meses, que bien podría haberlas hecho después de oír dicho debate de investidura. En ellas manifestaba que "un político jamás puede sembrar odio y miedo, tan solo esperanza". Y, a su vez, arremetía contra los políticos que siembran "odio y miedo" y decía que no deben hacer campañas con "banderas deshonestas" como la "calumnia, la difamación o el escándalo".

Desde luego, los ciudadanos españoles comprometidos con nuestra sociedad necesitamos tener esperanza, pues los temas que creo deberían ser considerados por el Gobierno necesitan una mayoría amplia y pienso que deben de buscarse amplios consensos. Dichos proyectos no son cuestiones de derecha o de izquierda, sino reformas necesarias e imprescindibles para el buen funcionamiento de nuestra democracia. Dichas reformas no serán posibles ni positivas ni duraderas desde una política de lo que podríamos denominar bloques. No se puede dejar fuera a más de diez millones de votantes. Creo que no es tan difícil poder hacerlo, pues tenemos experiencia de haberlo realizado en otros periodos de nuestra historia, como también conocemos lo que ha sucedido cuando ha primado el enfrentamiento. Considérenme una utópica, pero me niego a que mi esperanza se torne en miedo, que es el combustible del que se nutren las distopías. Creo, además, que la mayoría de los ciudadanos españoles quiere mantener la esperanza pero necesita que nuestros políticos no siembren odio, confrontación y miedo. Para ello deben entender que no queremos la dialéctica exclusiva derecha /izquierda, y menos todavía una batalla de identidades excluyentes y enfrentadas.

Es la hora de trenzar nuevos consensos, desde la sociedad y la política, que nos permitan abordar los grandes retos con garantía de éxito como lo hicimos hace 41 años. Seguimos necesitando la política que contemple las nuevas realidades para ser eficaz. Hago mías las palabras con las que terminaba su artículo del 29 de diciembre en este periódico Jesús María Alemany: "La política es la organización justa de la convivencia de todos, pero solo adquiere autoridad y verdad hecha desde los que sufren".

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