Por
  • Isabel Nerín

Fumando espero

Fumar quizás sea un placer, pero consume la salud y la vida.
Fumar quizás sea un placer, pero consume la salud y la vida.
Rafael Gobantes

Fumar es un placer genial, sensual…", así comienza la canción escrita hace casi un siglo (Félix Garzo, 1925) y que se popularizó con la película ‘El último cuplé’, estrenada en Madrid a mediados de los años cincuenta. Al igual que todas las sustancias que producen adicción, la inhalación del humo producido al encender un cigarrillo hace que la nicotina (sustancia presente en el tabaco) llegue a determinadas áreas del cerebro y produzca una sensación placentera. O sea que, sí, es cierto: fumar es un placer, y esa es la razón fundamental por la que se consume tabaco. Pero resulta que es un placer muy caro, tanto a nivel individual como poblacional por el elevado coste en vidas humanas y recursos que supone. Y la canción continua: "Fumando espero al hombre que yo quiero...", lo que desgraciadamente podrían tararear muchas mujeres españolas ya que el porcentaje de mujeres fumadoras en nuestro país es muy alto. "Y mientras fumo mi vida no consumo…", cierto es que en los alegres años veinte cuando se escribió esta canción todavía no se conocían los efectos perjudiciales del tabaco; hoy no hay ninguna duda de que fumar consume la salud y por lo tanto la vida. Dejar de fumar es uno de los propósitos de muchas personas fumadoras al iniciar el año. Desde este mes de enero, Sanidad financiará algunos de los fármacos utilizados en el tratamiento del tabaquismo lo que incrementará el número de personas que intenten dejar de fumar. Mejorar la accesibilidad al tratamiento no asegura el éxito del mismo, pero contribuye a que cada vez menos personas entonen el ‘Fumando espero’.

Isabel Nerín es directora de la Cátedra SEMG-Estilos de Vida y Promoción de la Salud de la Universidad de Zaragoza

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