Revolución

Nochevieja en la plaza del Pilar de Zaragoza.
Nochevieja en la plaza del Pilar de Zaragoza.
Ayuntamiento de Zaragoza

En España es tradición tomar las uvas, ritual que me empeño en seguir incluso en los destinos más remotos. Esta vez me pilla lejos de la vid y del tumulto neoyorquino, donde millones de personas recitan su famosa cuenta atrás durante los últimos segundos del año. Recibo el 2020 en Cuba, que también tiene sus ritos de paso. La gente arroja agua por la ventana, como antaño, para sacar lo malo de la casa y que, con un poco de suerte, se diluya en las aceras sin mojar a los vecinos. También hay quien lanza cocos, procedimiento un tanto más arriesgado. Se han de abrir al estrellarse contra el suelo para acabar con los malos espíritus recogidos en las habitaciones, previamente inhumadas por una santera con un buen puro o salpicadas con ron. Pero lo más curioso son aquellos que salen a la calle con una maleta. Cuando van a dar las doce, empuñan un bolso de viaje, cada cual dentro de sus posibilidades, y dan la vuelta a la manzana con el deseo de que el año que empieza los lleve a algún lugar, se cumpla su deseo de volar bien alto, lejos o no. Que se lo permitan. Esta vez coinciden los festejos del sexagésimo aniversario de la Revolución y, qué quieren que les diga, mucho y ruido y pocas nueces. No hace falta añadir más. Los hay que llevan sesenta años soñando con las maletas vacías, mirando al horizonte cuando suenan las campanas. Y nada. Les deseo a todos que viajen, a poder ser con salud, que sueñen a lo grande y vuelen bonito, y que no les opaque el sentido ni su propia revolución.

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