Víctor Fernández

Víctor está dando una lección de normalidad.
Víctor está dando una lección de normalidad.
José Miguel Marco

A veces sueño con Zaragoza, provincia de Casetas, pero nunca me da tiempo a estar dormido. Me ocurre entonces que añoro el barrio pero luego me doy cuenta de que estoy pensando en un tiempo que ya no existe. Y resulta que yo me he prometido tener la nostalgia como referencia, no como punto de partida. Así que me pongo a pensar en las cosas buenas que tienen la Zaragoza y la Casetas actuales, y casi siempre me acabo precipitando a la idea de que los maños somos, en general, bonachones. Es algo que en una ciudad como Madrid cuesta encontrar, al menos en el nivel de concentración de nuestra provincia, porque uno es capaz de distinguirlo en una cafetería, en el súper o en la grada de La Romareda. Allí estuve en el último partido contra el Racing (no pisaba el campo desde el terrible Zaragoza-Sevilla Atlético en tiempos de Raúl Agné, allá por 2017), en un ambiente y estadio de Primera División pero con las alegrías, bromas, aplausos, lamentos (y algún insulto) que recuerdo haber vivido hace muchos años en los partidos de la Unión Deportiva Casetas en el estadio San Miguel. Tardes de sábado o domingo donde el fútbol era costumbre y sobre él se desplegaba la artillería más fina de los caseteros. 

Así que dándole vueltas mientras caminaba hacia el paseo Independencia por Fernando el Católico, con el regusto del 2-0 y escuchando la valoración de Víctor Fernández en la radio, me di cuenta de que la simple forma de hablar de este entrenador ya te acercaba a un proyecto que, más allá de los resultados, ha vuelto a tener la capacidad de hacerse sentir parte de todos. Pero es que luego pensé en la cantidad de veces que los amigos hemos hecho bromas con las formas aceleradas con las que Fernández llega a las ruedas de prensa post-partido o esa forma de hablar de los jugadores con la coletilla de «el chico este», que parece que en lugar del entrenador es el amigo de su padre. No sé. Creo que Víctor Fernández está dando una lección de normalidad, trabajo y cercanía a un club inmenso que necesitaba estar por encima de todo lo demás. Para eso, el único antídoto era alguien como él, capaz de devolver un juego a su papel, permitiendo que la historia transcurra normal, que es la forma que tienen los grandes de dejar su huella en el tiempo.

@juanmaefe

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