'Merus asinus'

Opinión
Monasterio de Santa María de la Rábida
Jesús Delgado Echeverría

Los 35 diputados separatistas del Congreso (y no hay más; o sea, que la culpa no la tiene la ley electoral) son hegemónicos en una cámara de 350 miembros. De ellos dependen la formación del Gobierno nacional y su continuidad. Cuentan con la colaboración intermitente y táctica de UPodemos, formación partidaria del derecho de secesión.

Leo, en un texto recordatorio que acaba de publicar Jesús Delgado tras una estancia de trabajo en La Rábida, cómo don Nicolás Ramiro Rico, singular catedrático de Derecho Político, sentenciaba: ‘Purus legista, merus asinus’. En versión apta para todos los públicos, el abogado que haya estudiado sólo leyes será un asno.

Se ha atribuido a Pasteur, y a Marañón, el mismo aforismo adaptado a la medicina ("El médico que sólo sabe medicina, ni medicina sabe"), que se documenta por vez primera en el texto de un galeno escribidor del siglo XIX José Letamendi, catedrático en Barcelona.

Ambos son hijuelos de un proverbio mucho más viejo, que alude a los estudiosos en general: ‘Merus scholasticus, merus asinus’, referido a quien se queda en el mero estudio de su ciencia.

Con más razón, por la naturaleza de sus saberes, se aplicará la máxima a los historiadores que se aíslan de un contexto siempre necesitado de combustible historiográfico asequible para el público, pues este está constantemente interesado por entender el presente, por integrar en su visión del hoy hechos del ayer para que respondan a sus inquietudes. Siempre hay una parte del pasado activada en el presente, sea de forma objetiva o subjetiva: porque los hechos derivan unos de otros o porque alguien lo cree así.

Un ejemplo de estos días, cuando está en la palestra el concepto de España ‘plurinacional’ –‘nación de naciones’– es el uso historiográfico y político del término ‘confederación catalanoaragonesa’ en lugar de recurrir al clásico y consolidado sintagma ‘Corona de Aragón’. Ya se ha expuesto aquí otras veces: la expresión ha cobrado sabor nacionalista y da a Cataluña una primacía inadecuada, excluye a Valencia y a Mallorca, subsumidas en los ‘Països catalans’, y simplifica el asunto de modo interesado. Sin contar con que aplicar hoy a la Corona de Aragón, hija del Medievo, la idea confederal es aberrante. ‘Merus historicus, merus asinus’, podría concluirse.

Mal aprendidos

Los antiguos decían que es mejor no saber que saber mal, pues quien no sabe no necesita desaprender. Podrá, así, iniciar cualquier día el camino del buen aprendizaje sin que le sea menester deshacerse de malos hábitos. Se usaba el ejemplo del viajero negligente que equivocaba el camino: llegaba un momento en que estaba más lejano del final de su viaje que si se hubiese quedado en casa, de modo que le era preciso volver a ella.

Podría adaptarse el proverbio asinario a muchos líderes políticos españoles: ‘Merus politicus, merus asinus’. Quien solo ha vivido en la política desde joven, difícilmente será buen gobernante ni legislador. Hubo un sabio que concibió la ignorancia como un estado intermedio entre el saber verdadero y el falso, pues –decíase– quien nada ha aprendido tiene ventaja sobre quien aprendió mal, al ser susceptible de instrucción, frente a quien ya tiene embrollado el cacumen y no sabe salir de su laberinto.

Cuenta el Evangelio que Pedro negó a Jesús nada menos que tres veces en una noche; eso no es nada comparado con la de veces que este otro Pedro se niega a sí mismo. Abomina de Bildu, tan cínica con los asesinatos de ETA; denuesta a Torra como racista y supremacista a quien no hay que atender ni por teléfono; afirma que el ‘conflicto’ catalán es obviamente interno, de convivencia civil; asegura que es una idea inquietante meter a alguien como Pablo Iglesias en el Gobierno de la nación... ¿O esto lo decía Sánchez, pero no el presidente (doctrina Calvo Poyato)?

Ahora negocia sin reposo con todos esos réprobos, sin dejar uno (también con Bildu/Batasuna, vía Lastra, que se reúne oficialmente con una condenada por auxilio al terrorismo); se dispone a pactar con el PNV en el momento en que estalla un viejo y fétido caso de corrupción de los jefes ‘jeltzales’ en Álava, que no le merece reproche; y ordena a Lastra y Simancas que negocien con Laura Borràs cuando la justicia la señala con el dedo por delitos que, de ser ciertos, probarían que el pujolismo está lejos de fenecer: hacer favores desde el poder a los amiguetes, legales o ilegales, con o sin unto, auténtica seña de identidad de esa partida. ¿Y todo eso por la patria? Quiá.

Sánchez, Lastra y Simancas son ‘meri politici’, políticos a secas. El doctorado de Sánchez es una filfa y él ya estaba en empleos partidistas a los 26 años. Lastra vive en el partido desde los veinte. Y Simancas se afilió con 19 y ya no ha hecho prácticamente otra cosa.

Lo de Iceta es aún mejor. Empezó Química y lo dejó. Se metió en política con 17 años. Dice que "en España hay nueve naciones. Las he contado" (así adelanta los deberes a Sánchez y Junqueras. Sabrá contar, pero de Económicas lo echaron por pigre en segundo año) Mientras, Rufián desaprende a toda prisa su papel de histrión; ha visto que la ignorancia es mejor que su mal aprendido oficio de ‘clown’.

¿Cuándo advertirá Sánchez, viajero negligente, que está más lejos de llevar a España a buen puerto que cuando salió de casa?

De las derechas pasmadas, que han conseguido esforzadamente no pintar apenas nada en el hemiciclo, mejor no hablar. Ellas tampoco se hablan, todo son noes mutuos y dicterios a Sánchez y sus aliados.

Feliz Navidad.

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