Por
  • J. L. Rodríguez García

‘Christmas’

Imágenes de las luces de Navidad, del belén y del mercadillo de Zaragoza
Imágenes de las luces de Navidad, del belén y del mercadillo de Zaragoza
Toni Galán

Siempre me sorprendió cuando era niño que el ritmo normal de los días se retorcía cuando llegaba diciembre. O, por mejor decir, cuando las tardes enmudecían de frío y todavía no había grandes almacenes cuyas bochornosas luminarias anunciasen el inicio del jolgorio. Se instauraba otro tiempo como para conceder un poco más de verdad al inigualable Borges que soñara en dos relatos al menos la posibilidad de otro tiempo. Todo parecía alterarse. No porque nuestra mirada de niños inocentes descubriera en la noche los pasos silenciosos de los padres recorriendo el pasillo con paquetes intencionadamente ocultos o porque escucháramos en la sombra conversaciones que no alcanzábamos a descifrar. Lo sorprendente era que parecía instaurarse el reinado de la paz perpetua. Zoquetes que se habían pasado el año despotricando contra el vecino se abrazaban con efusión y timadores profesionales pedían perdón por sus excesos. Y lo más sorprendente de todo es que tal gracia quedaba grabada para la posteridad en los ‘christmas’ que se recibían con ansia.

Se anunciaba a bombo y platillo: Fulano nos ha felicitado, se oía en casa, olvidando que el susodicho acababa de salir de la trena por estafador y mentecato. Y siempre llegaba una tía con el ‘Cuento de Navidad’ de Dickens, acaso para convencernos que hasta el avariento Scrooge tiene el alma de almíbar. Pasaban los días, los zoquetes volvían a sus manías, los ‘christmas’ terminaban en el cubo de la basura, Scrooge reiniciaba su latrocinio… Borges despertaba

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