Director de HERALDO DE ARAGÓN

Capacidad de sorpresa

London (United Kingdom), 13/12/2019.- Britain's Prime Minister Boris Johnson (L) and his girlfriend Carrie Symonds (R) leave the Conservative party headquarters in London, Britain, 13 December 2019. Britons went the polls on 12 December 2019 in a general election to vote for a new parliament. Britons went to the polls on 12 December 2019 in a general election to vote for a new parliament. According to exit polls, the Conservative party won the elections with 368 seats ahead of Labour party with 191 seats in the House of Commons. The result gives the Conservative party an 86 seat majority. (Elecciones, Reino Unido, Londres) EFE/EPA/NEIL HALL General elections in the UK
El nuevo primero ministro, Boris Johnson.
NEIL HALL

En el amplio repertorio de anécdotas que ofrece la prensa británica se suele hacer mención a un titular que con letras de molde informó que el continente llegó a encontrarse aislado por la intensa niebla en el canal de la Mancha. Referencia apócrifa del tópico ‘british’, este relato convertido en sentencia resume la mirada de un país que tras las elecciones del jueves dijo definitivamente adiós a Europa. La victoria por mayoría absoluta de Boris Johnson, que ha sabido cabalgar entre el populismo y las ventajas que ofrece la nueva sociedad del espectáculo, demuestra hasta qué punto se han perdido los valores compartidos que fijaron la construcción de la Unión Europea. Sin posibilidad de un segundo referéndum y con el ‘brexit’ como realidad incuestionable, el Reino Unido se ha entregado a Boris Johnson, refugiado electoralmente en un incomprensible pero políticamente rentable aislacionismo, para desconectarse de Bruselas y mirar hacia la relación transoceánica con Donald Trump. El nuevo líder de los ‘tories’, cuya última importación del continente ha sido la estrepitosa derrota del laborismo –a modo y manera de otras muchas sufridas por el socialismo en Europa–, tendrá ahora la oportunidad de demostrar si el histrionismo sirve de freno para la amenaza secesionista de Escocia.

La sociedad engulle y vomita ingentes cantidades de héroes y nuevos referentes. Johnson, sin ir más lejos, representa para los británicos todo aquello que buena parte de Europa rechaza y sus credenciales como líder no han estado exentas de polémica.

Divididos socialmente en grupos que profesan amores y odios extremos –lo mismo encontramos a Greta Thunberg en la portada de ‘Time’ convertida en el personaje del año que como protagonista de un ridículo meme–, castigamos y ensalzamos a capricho sin reparar en que la discusión de barra de bar ha terminado por apropiarse de muchas de las respuestas y de las grandes decisiones. El mundo, que lleva un tiempo esbozando una media sonrisa y mostrándose tan global como enrevesado, ha logrado diluir los estándares y las referencias del pasado para sumergirnos en un discurrir plagado de renovadas incógnitas que toleramos sin aparente preocupación.

La capacidad de sorpresa ha desaparecido dentro y fuera de nuestras fronteras personales y así, por ejemplo, incluimos como algo normal que los obispados de Barbastro-Monzón y Lérida resuelvan sus litigios en los tribunales ordinarios de justicia. En un ejercicio de negación de la autoridad eclesiástica protagonizado por los diferentes prelados de Lérida, los laicos juzgados españoles se han convertido en los encargados de restituir el sentido común entre obispados. La exploración de la vía civil, emprendida por la Diócesis de Barbastro-Monzón por culpa de la composición del patronato del Museo de Lérida, confirma lo sabido, aunque no zanja un conflicto que hace tiempo que dejó de serlo sobre la titularidad de unos bienes.

El asombro se ha extendido, al igual que la sensación de que los días se repiten sin grandes diferencias o tan solo víctimas de ligeros matices. Aún sin gobierno y bajo un manto de provisionalidad, no es malo recordar que los presupuestos del Estado en vigor son los que elaboró Cristóbal Montoro, que como muestra del paso del tiempo ya ha tenido la oportunidad de acudir a la presentación de las memorias de Mariano Rajoy.

Superado el primer mes tras la celebración de las elecciones, el candidato Pedro Sánchez inicia esta próxima semana conversaciones con el resto de partidos. Esta tardía ronda de primeros contactos, toda vez que ya existe un acuerdo con Pablo Iglesias y un proceso abierto de negociación con ERC, no ofrecerá nuevos frutos. Las fotografías de esos encuentros, con destino a las hemerotecas de los periódicos, tan solo servirán para justificar un fracaso negociador que Sánchez utilizará para amparar sus próximos pasos. El tiempo, mientras tanto, seguirá haciendo su trabajo adornando bajo un manto de normalidad aquello a lo que no deberíamos acostumbrarnos. 

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