Oferta universitaria
Hasta cuatro grados de la Universidad de Zaragoza no han cubierto ni la mitad de las plazas que han ofertado este curso académico y otros doce están por debajo del 80% de ocupación. Sin ser un problema grave, sí que es un claro indicador del esfuerzo organizativo que hay que realizar permanentemente para sacar el mayor rendimiento posible a los recursos disponibles.
Existe un amplio consenso en que la prosperidad de Aragón, como de cualquier territorio, depende en buena medida de la excelencia de su educación básica y universitaria, y de la capacidad que tenga para participar en las redes globales de producción científica. En la sociedad del conocimiento, la educación es la piedra angular de la capacidad de progreso. Y en un ámbito tan exigente y competitivo no se pueden mantener estructuras rígidas. Es necesario desarrollar la capacidad de adaptarse con rapidez a los cambios constantes. Sobre todo, para afrontar la complejidad de los modelos productivos que traerá la revolución tecnológica en curso, en la que será preciso tener una sólida formación, y para aprovechar mejor los medios de los que se dispone. Así, por ejemplo, la baja matriculación de alumnos en algunos grados de la Universidad de Zaragoza obliga a reflexionar sobre qué hacer para corregir esta anómala situación.
Los centros públicos universitarios aragoneses deben ser las instituciones más exigentes en su actualización constante tanto en proyectos de investigación y de conexión con las necesidades de las empresas como en oferta educativa o en la calidad del profesorado. Ahora, tienen que responder también a la próxima llegada de Amazon a la Comunidad, el incremento de la movilidad europea o el impulso que han adquirido las carreras online. La Universidad también debe sustentarse en la eficiencia porque nada construye más confianza en lo público que administrarlo bien.