Todavía peor

Los españoles, con nuestros votos, hemos configurado un Parlamento en el que resultará muy difícil formar gobierno..
Los españoles, con nuestros votos, hemos configurado un Parlamento en el que resultará muy difícil formar gobierno..
Biel Aliño / Efe

El 28 de abril el voto de los españoles configuró un Congreso de los Diputados a partir del cual resultaba difícil formar gobierno y gobernar. No tanto, en aquel momento, porque no hubiera alianzas matemáticamente posibles, como porque el ego, el sectarismo y los vetos cruzados de determinados dirigentes políticos hacían casi imposible algún tipo de entendimiento, hasta el punto de que ha sido necesario repetir los comicios. Pero el 10 de noviembre nos deja una situación política todavía más complicada y mucho más inquietante. 

Las sumas de partidos que podrían ser suficientes para asegurar una investidura se han reducido. Y de manera dramática, porque ha desaparecido precisamente la opción que podría haber resultado más adecuada para configurar un gobierno estable y que eludiese los extremos, el acuerdo de centro izquierda entre el PSOE y Ciudadanos. El hundimiento del partido naranja, castigado sin duda por haber desperdiciado la ocasión de dar a luz ese gobierno centrado, ha hecho desaparecer tal posibilidad. El Partido Socialista y Ciudadanos, que en abril sumaban juntos una holgada mayoría absoluta de 180 escaños, hoy se quedan en alrededor de 130. Por la derecha, aunque los tres partidos de ese lado del espectro aumentan ligeramente su suma conjunta de diputados, no hay posibilidad de alcanzar los votos necesarios para una investidura. Y tampoco por la izquierda, donde la suma del PSOE con Podemos y otras fuerzas menores pasa de 166 escaños en abril a 159 en noviembre. Aun contando con el apoyo del PNV, se quedarían lejos de la mayoría absoluta. Para dar a luz un gobierno ‘progresista’, Sánchez necesitaría el apoyo de los independentistas catalanes, lo cual, si se produjese, sería peligroso y difícil de asumir para muchísimos españoles. Pero es que además, tras los últimos desafíos de la Generalitat a la legalidad y con el endurecimiento de las posturas de Sánchez durante la campaña electoral, parece que ese apoyo resultaría muy poco verosímil.

Así las cosas, sin posibilidades matemáticas para formar gobierno ni por la izquierda ni por la derecha ni por el centro, ¿qué queda? Pues la única opción que, en el Congreso que los españoles hemos formado con nuestro voto, permitiría gobernar España sería algún tipo de acuerdo entre el PSOE y el PP. 

La ‘gran coalición’ se ha considerado siempre en España como poco menos que un imposible y los líderes de los dos partidos la rechazan. Pero a veces lo imposible es necesario, indispensable. Y en estos momentos puede decirse que no habrá gobierno en España si no nace a través de un pacto entre el principal partido de la izquierda y el principal partido de la derecha. 

Después de lo que hemos visto en los últimos meses resulta muy difícil confiar ni en la responsabilidad ni en el sentido de Estado de nuestros dirigentes políticos, pero más vale que en esta ocasión Pedro Sánchez y Pablo Casado comprendan que no hay alternativa al entendimiento entre ambos. E incluso que hagan de la necesidad virtud. Gobierno de gran coalición, pacto de legislatura o un conjunto de pactos de Estado, lo que quieran, pero han de ponerse de acuerdo para, en primer lugar, sacar al país del largo bloqueo político en el que ha estado sumido durante ya cuatro años; y, después, para emprender las reformas necesarias para modernizar la economía y afianzar el crecimiento. Y también, para restañar las heridas del sistema de convivencia configurado por la Constitución de 1978 y que en estos momentos atraviesa una crisis que las elecciones de ayer no hacen sino profundizar.

En efecto, a tenor de los resultados electorales, la sociedad española se presenta hoy políticamente más fragmentada, más polarizada y más radicalizada que hace seis meses. Entran en el Congreso cuatro nuevas fuerzas políticas -por si había pocas-, Más País, la CUP, el BNG (que vuelve) y, también, los esforzados ciudadanos de Teruel Existe. Y además, y es lo más inquietante, aumentan con fuerza los votos y la representación de aquellas fuerzas que, desde uno u otro punto de vista y ya sea desde dentro o desde fuera de la legalidad, impugnan el orden constitucional de 1978. Vox, Podemos, ERC, JxCat, el PNV, Bildu, la CUP y el BNG, sumaban en abril el 32,5% de los votos y 98 escaños; hoy tienen el 37% de los sufragios y 122 diputados.

Este es el resultado de nuestro voto y el de nuestros conciudadanos. Ahora toca gestionarlo. No será sencillo, pero lo que nunca debemos olvidar, ni los dirigentes ni los ciudadanos, es que formamos todos parte de una misma sociedad, de una misma nación o, si quieren, de un mismo Estado, y que solo juntos, asumiendo nuestras diferencias, podremos crecer y prosperar en paz.

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