Por
  • Fernando Sanmartín

Sinceridad

PARQUE LINEAL DE PLAZA / ESPECIAL PILAR 2013 / 04-10-2013 / foto: Guillermo Mestre
El parque lineal de Plaza, en Zaragoza.
Guillermo Mestre

Es otoño y la melancolía me manda sus whatsapps. Y no los abro. Y caen las hojas de los árboles como una promesa que se cumple. Y esas hojas que caen al suelo me llevan siempre a un soberbio texto que leí de Adolfo Bioy Casares, inolvidable: "Se dice que el jardín de los Rothschild, en Ferrières, era atendido por no menos de ciento cincuenta jardineros. Cierta vez, la baronesa Rothschild, al ver hojas secas en casa de un amigo, preguntó si las traían de Europa central".

Conozco un parque donde también hay hojas secas en otoño. Es un parque en el que uno puede trenzar el misticismo o jugar a los naipes con la soledad. Es el parque de Plaza, que tiene una atalaya donde los enamorados escriben sus mensajes, su impaciencia, su desprotección. Y allí leo: "Eres el aire que necesito para respirar". Y leo también: "No hay opción si no es contigo". Podrían ser mensajes electorales, quizá, pero son definiciones de la inocencia.

Los corazones, los mensajes de amor, todavía frecuentan parques, paredes y muros. No es nuevo. Irene Vallejo, en su estupendo ensayo titulado ‘El infinito en un junco’, recuerda que Calímaco, bibliotecario de Alejandría, aludió a un mensaje amoroso hecho en un árbol. Nada ha cambiado. Pero los autores y autoras de esos mensajes que leo en el parque de Plaza me enternecen. ¿Qué será de su pureza? ¿Cuánto durará lo que sintieron al escribir el texto? ¿Son cursis? No sé la respuesta o tal vez prefiero ignorarla. Pero os juro que si fuera obispo los bendeciría.

Fernando Sanmartín es escritor

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