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La amenaza del potaje

Potajes, bacalao, garbanzos o torrijas son algunos de los platos que se ofrecen en las cartas de los restaurantes participantes.
Un potaje de garbanzos como el censurado por Instagram.
Agencia Almozara/Heraldo

Los senderos de las redes sociales son inescrutables. Hace un año nos desayunábamos con la noticia de que Facebook había censurado el pecho de ‘La Libertad guiando al pueblo’. El parche en el torso de la mujer que protagoniza la emblemática obra de Delacroix parecía una alegoría de los tiempos que nos toca vivir. Un mes después, la compañía de Mark Zuckerberg pidió perdón por su «error» y rectificó. No fue un hecho aislado: la mismísima escultura de la Sirenita fue víctima del puritanismo de las redes por mostrar su cuerpo desnudo.

Ahora es Instagram la que ha llegado al absurdo al suprimir una imagen que muestra un inofensivo plato de potaje gallego con sus correspondientes garbanzos. El motivo que alega: su "violencia gráfica"· La misma red social ha censurado esta semana una fotografía que Arturo Pérez Reverte tomó en Eritrea en 1977. Se trata de una imagen tan cruda como valiosa para explicar la guerra que arrasaba el país africano, una de las más cruentas que recuerda el entonces corresponsal, hoy afamado escritor.

Dicen los entendidos que esta censura se debe a que la red social de fotografía por excelencia acaba de poner en marcha un nuevo filtro para no publicar imágenes delicadas, con el objetivo de promover una comunidad cordial. Viene a decir: corramos un tupido velo sobre aquello que pueda molestar. ¿Y quién decide lo que es ‘delicado’? Pues algoritmos adiestrados para detectar lo políticamente incorrecto. Así que las máquinas son quienes nos desbrozan el camino de imágenes que pueden herir nuestra sensibilidad. En definitiva, los algoritmos guiando al pueblo.

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