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  • Heraldo de Aragón

Una Generalitat desnortada

Los incidentes se han producido en el Aeropuerto de Barcelona, donde algunos manifestantes han tratado de sobrepasar las líneas marcadas por Mossos y Policía.
Incidentes del lunes en el Aeropuerto de Barcelona.
Agencias

El presidente del Gobierno autonómico de Cataluña está alentando a sus seguidores a protestar en las calles al mismo tiempo que su ‘conseller’ de Interior ordena a la Policía catalana, los Mossos d’Esquadra, que actúe contra los manifestantes. Es la última demostración de la esquizofrenia de Joaquim Torra, que es por ley el primer representante del Estado español en Cataluña y, sin embargo, se comporta como un auténtico agitador antisistema. 

La sentencia dictada contra los dirigentes acusados de declarar la independencia de Cataluña marca un antes y un después. Parece que el recorrido del ‘procés’ ha llegado a su final, al menos tal como lo hemos sufrido en los últimos siete años. Su programa ha consistido en desafiar la legalidad, pero los políticos que lo impulsaron acaban de recibir la clara respuesta de la ley. No cabía engaño, a pesar del «señuelo» que los soberanistas crearon para movilizar a una parte de la población: el artículo 9 de la Constitución establece desde hace cuatro décadas que todos los poderes públicos se encuentran sujetos al ordenamiento jurídico. Este choque con la realidad da la máxima visibilidad al fracaso secesionista. Pero los rupturistas, con Torra a la cabeza, no solo no dan señales de querer rectificar, sino que siguen insistiendo en ver mayorías sociales a favor de su causa donde no las hay y en reivindicar una unidad de acción del independentismo que tampoco existe. De hecho, el secesionismo evitó ayer una votación en el Parlament sobre la sentencia del ‘procés’ para no evidenciar su división.

Torra no puede seguir dividiendo a la sociedad catalana y minando las bases de su economía. La Comunidad debe ir cuanto antes a las urnas, sin esperar nuevas coyunturas favorables para el oportunismo independentista. Ni Cataluña ni el resto del país se merecen que este ‘president’ siga deteriorando las instituciones y hundiendo la imagen internacional de España.

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