Portugal o el triunfo de la abstención

Lisbon (Portugal), 06/10/2019.- People wait in line before casting their votes in the 2019 legislative elections, in Lisbon, Portugal, 06 October 2019. More than 10.8 million registered voters are called on the day to the polls to elect the 230 deputies for the next legislature and from where the Constitutional Government will take place. (Elecciones, Lisboa) EFE/EPA/ANTONIO PEDRO SANTOS Legislative elections 2019 in Portugal
Filas para votar en un colegio electoral de Lisboa.
Antonio Pedro Santos / Efe

El Partido Socialista del primer ministro António Costa fue el domingo el más votado en las elecciones legislativas celebradas en Portugal. Con más del 36% de los votos y 106 de los 230 escaños, Costa podrá seguramente volver a formar gobierno, aunque no está claro que esta vez sus aliados comunistas vayan a apoyarlo sin contrapartidas. La victoria de Costa, frente al largo bloqueo español, parece avalar las bondades del ‘gobierno a la portuguesa’, que aquí Sánchez ha intentado, sin éxito, emular. Sin embargo, los comicios lusos también han dejado patente una fisura que no deja de ser inquietante. La abstención ha vuelto a batir una triste marca: con una raquítica afluencia a las urnas del 54,5%, apenas uno de cada dos portugueses decidieron acudir a votar. Demasiado poco. La participación en las elecciones en Portugal, muy alta en los años ochenta, disminuyó notablemente en los noventa y al comienzo del presente siglo. Pero a partir de 2005 ha caído en picado. En 2009 se quedó por debajo del 60% y las convocatorias siguientes han marcado cada vez un nuevo récord negativo. La enfermedad que sufre la democracia occidental cursa en cada país de manera distinta, aunque posiblemente tenga causas comunes. En Portugal, la abstención debilita el sistema. No es ese un buen espejo en el que mirarnos.

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