Con la opinión pública española centrada en la precampaña electoral y el desafío independentista en Cataluña, se agolpan inquietantes datos macroeconómicos a los que no se les presta la debida atención política. Según los del Ministerio de Trabajo, la creación de empleo se va frenando. En un contexto en que la economía mundial está sufriendo ya una fase de desaceleración, el Gobierno y los partidos deben responder con serenidad, sin sobreactuaciones alarmistas, pero con responsabilidad

La economía aragonesa pierde brío, pero seguirá creciendo este año más que el conjunto de España. Así lo indica el informe elaborado por la Fundación Basilio Paraíso de la Cámara de Zaragoza e Ibercaja, que concluye que «no hay motivos ni indicadores para creer que el crecimiento del PIB sufrirá un frenazo elevado». No obstante, la evolución del empleo presenta signos de debilidad. El paro registrado ha aumentado en septiembre respecto a agosto tanto en la Comunidad (2,2%) como, en menor medida, en todo el país (0,4%). Este comportamiento es el habitual en ese mes, vinculado al cierre de las campañas estivales, pero el crecimiento del desempleo se ha agudizado esta vez, en consonancia con la ralentización global que se está trasladando al mercado laboral. Hay que estar atentos porque estos datos serán preocupantes si se repiten en los próximos meses.

Una señal clara de alerta es que los crecientes temores a una recesión mayor de la prevista siguen golpeando las Bolsas. Ayer, de hecho, el Ibex sufrió su mayor caída en dos años. Y también es inquietante que España aborde esta desaceleración mundial en una situación de debilidad por la ausencia de un Gobierno sólido y estable. El país ha dilapidado cuatro años cruciales, pero todavía estará en condiciones de reaccionar si los ciudadanos participan en la inmediata convocatoria sabiendo lo que está en juego.