Ecología cada día

Los contenedores de reciclaje forman ya parte del paisaje urbano.
Los contenedores de reciclaje forman ya parte del paisaje urbano.
José Miguel Marco

Vivir el día a día se nos hace costoso, a mucha gente. Debemos resolver múltiples interconexiones con lo que nos rodea, seamos o no conscientes de ello. Por poner solo un ejemplo: las guerras comerciales que se acentúan entre las naciones poderosas desestabilizan el presente y el futuro, aunque nos parezca que el asunto queda muy lejano. Lo que cada cual (todos) siente y hace (o no) tiene mucho que ver con un entramado global de relaciones que se podría llamar ecología: la comprensión y el estudio de lo que sucede en la casa común que es el planeta.

Esa palabra de origen griego admite diversas variantes semánticas: concepto junto con deseo y sentimiento, acción e interacción, compromisos y olvidos, etc.; también algún exabrupto. Bastantes políticos, mucha gente de todo el mundo y las marcas comerciales, cada vez más, la utilizan como etiqueta: lo ecológico vende y mola. No faltan personas que la ven como una especie de mantra que todo lo purifica; la emplean para emocionarse ellos mismos o para enfrentarse a los demás. 

A la vez, ha impregnado el lenguaje coloquial en forma de ecologismo o ecologista, variables nuevas de una vida antigua. Estas dos últimas acepciones identifican a las personas que toman una buena dosis de ecología cada día para su pensamiento y así reconfortan la vida propia y un poco la de las demás; también la del planeta y los seres vivos con los que se relacionan. Si bien no faltan quienes utilizan los vocablos como insulto hacia los defensores o propagadores de la vida en sintonía en y con la casa común.

Ecología combina muy bien con idea, destino o camino, lugar y tiempo, individualidad y colectivo, presente con bastante de pasado y revisión del futuro. En verdad, nunca ha dejado de fluir desde que Aristóteles se ocupó de algo parecido o las religiones primitivas adoraban a la Madre Tierra; muchos científicos -anotemos Da Vinci, Darwin y Humboldt- le dieron un buen empujón. Ecología es reconocer lo que hay en casa de cada persona; en realidad, es el cuidado de todos en conjunto para hacer la estancia y la vivencia un poco (o mucho) más acogedoras. Sepan los despreocupados, o incrédulos, que aún es posible una reforma consistente.

La semántica moderna y sus derivaciones comprometidas las consolidó el científico ruso Vladímir Verdansky, del que pocos han dicho algo; ya se sabe que muchas veces la fama se la llevan otros. Después vinieron aportaciones varias para explicarnos lo del ecosistema, eso que estudiábamos en el instituto. Aun así, todavía hay por ahí mucha gente que teme y desdeña la ecología, aunque esta nunca sea feroz. 

Llegó un momento en que la palabra/idea, asociada a lo verde, se impregnó de sostenibilidad, más social. Dentro de esta mudanza se deben incluir los adjetivos comprometida y futurible. Por eso, es necesaria más sostenibilidad y menos postureo verde. En consecuencia, para creer, crecer y frenar un poco el desaguisado generado por los humanos, habrá que cultivar una sostenibilidad eminentemente educativa, dentro y fuera de las aulas. En eso debemos implicarnos todos y de ahí nunca debemos salir.

Pongamos algo (o mucho) de ecología práctica y comprometida en el día a día; usémosla para congratularnos de lo que hacemos bien, no para fustigarnos por lo que no se consigue. Vigilemos lo que compramos y consumimos, combatamos la contaminación del aire en la ciudad haciendo prácticas de movilidad sostenible; en suma, respetemos las relaciones ecológicas con los otros y el mañana.

Hay bastantes personas que afirman, convencidas, que una buena dosis de ecología les reconforta; imitémoslas. Alimentemos con ella el espíritu, cuyos nutrientes básicos son el deseo individual compartido junto con el bienestar social y la salud del planeta, ahora que tan acosados están ambos. Aquí lo dejamos, para que cada cual lo gestione, no sin antes recordar que la ecología/sostenibilidad es una conversación ininterrumpida con la vida, que ahora se ve amenazada por varias crisis y emergencias globales como la climática -que tuvo su llamada de atención en la contestación mundial de la semana pasada- y la social -plena de inequidades, cerca y lejos-; visible además en los efectos de las recientes pulsiones meteorológicas. Todo esto quiere ser, más que nada, una ventana abierta para imaginar el futuro.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión