Por
  • Javier Usoz

Entrada gratuita

Patio central del 'British Museum'
Patio central del 'British Museum'
AGENCIAS

El acceso a las colecciones permanentes de los museos públicos de Londres es gratuito. Solo se pide la voluntad, mediante pequeños letreros y grandes urnas transparentes en las que parecen predominar los billetes de cinco libras. Sin embargo, como en la práctica la gran mayoría de la feligresía visitante no se anima a colaborar, donde los museos hacen caja de verdad es en sus tiendas y en sus locales de restauración, en este caso, no de piezas valiosas, sino de estómagos vacíos.

La gratuidad atrae multitudes, especialmente en periodos vacacionales, por lo que en los museos famosos hay largas colas para entrar y las secciones que albergan sus contenidos más populares, sean dinosaurios, naves espaciales o las esculturas del Partenón, se visitan en lenta y densa procesión. Pues bien, avanzando en la civilizada fila de entrada del Museo Británico, escuché a un padre inglés explicándole a su hija, de unos diez años, que lo que iban a ver en ese lugar era fruto del expolio imperial en países como Grecia, Egipto, Turquía, India, Irak o Chile.

En las palabras de aquel padre aprecié la idea moral de devolver lo que no es de uno, pero, sobre todo, la voluntad de contarle a su hija la verdad, es decir, justo lo contrario de lo que pretenden quienes, dando muestras de vil patrioterismo acomplejado, enseñan, por ejemplo, que Cristóbal Colón procedía de su pueblo. Y ha sido este contraste lo que finalmente ha hecho que esta columna no acabara siendo lo que iba a ser, un manifiesto contra la gratuidad que congestiona los museos de Londres e impide que los gocen los espíritus cultos y sensibles.

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