El nuevo Gobierno de Aragón debe ponerse manos a la obra cuanto antes porque la Comunidad acumula ya numerosos retos y asuntos pendientes. El contexto no es favorable por la desaceleración económica en Europa y por la falta de Gobierno en Madrid, pero es imprescindible elaborar ya unos buenos Presupuestos autonómicos y preparar acciones políticas de envergadura. 

Los indicios de debilidad en el empleo y en el crecimiento son ya un hecho en la UE y en España. Y esta ralentización llega con un Gobierno en funciones, es decir, sin capacidad de respuesta para tomar decisiones que cada día son más urgentes. En este contexto, el nuevo Ejecutivo aragonés debe ponerse en marcha cuando antes para desarrollar iniciativas políticas firmes. No es sencillo porque la financiación autonómica arrastra un mal modelo que ahora aún resulta más paralizante porque los Presupuestos Generales del Estado siguen prorrogados. Sin embargo, estas mismas dificultades deben espolear la responsabilidad de los cuatro partidos que se disponen a gobernar desde el Pignatelli: PSOE, PAR, Podemos-Equo y CHA.

La inestabilidad que sigue reinando en el escenario político nacional, con el horizonte próximo de una repetición de las elecciones en noviembre, no debe bloquear la acción de la DGA. Es cierto que la mayoría de las grandes reformas pendientes corresponden al conjunto del Estado (económicas, de pensiones, fiscal, de financiación autonómica o energética), pero también es verdad que muchas de las medidas más próximas al ciudadano corresponden a las administraciones regionales y locales. Estas son las que deben ofrecer a sus ciudadanos soluciones ante los problemas que condicionan su vida cotidiana, desde la vivienda hasta el empleo, la enseñanza o la eficacia del transporte público. Aquí es donde los nuevos gobernantes aragoneses deben empezar a demostrar ya de qué son capaces.