Por
  • Carmen Puyó

No me cuentes el final

'Spoiler' es uno de los últimos anglicismos que hemos incorporado.
'Spoiler' es uno de los últimos anglicismos que hemos incorporado.
HERALDO

Recientemente, escuché a un niño de siete años decir que le iba a hacer a otro el ‘spoiler’ de la película infantil que acababa de ver. ¿Un ‘spoiler’? ¿A esos años? Antes decíamos a los demás que no nos contaran el final de la novela que estábamos leyendo o del filme que íbamos a ver esa tarde. Pero, ahora, con este empeño nuestro de relegar una lengua tan rica como el castellano para usar anglicismos y, al mismo tiempo, con ese miedo a que nos avancen ni tan siquiera el género de una obra, hemos llegado al punto mayor del absurdo. Tanto, que hay gente que se ha llegado a quejar de que alguien le contase, pongo por caso, de qué iban ‘Los diez mandamientos’ o ‘La pasión de Cristo’. O sea, que no les hicieran un ‘spoiler’. Y aquí me faltan, ya lo siento, los emoticonos del whatsapp, que iba a colocar varios con caritas que se carcajean hasta la lágrima. ¿Tampoco eso, o la vida del Cid, o sucesos de las guerras mundiales, o el biopic de un científico, les han enseñado en el colegio?

Después de habernos quejado tanto todos de la colonización del imperialismo yanqui, que se nos llenaba la boca cada vez que escupíamos esos términos, resulta que nos hemos entregado a su lenguaje. Y todo, especialmente, desde que empezamos a hacernos fuertes en la informática. Se comenzó por las ‘demo’, que no era otra cosa que una ‘demostración’, continuamos con palabros varios, tales como el de ‘influencer’ que tanto me apasiona. Y hemos llegado al ‘spoiler’, que nos tiene seducidos. ¡Ay!

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