Por
  • Francisco José Serón Arbeloa

Ocio refrescante

En vacaciones, debemos cambiar los temas de conversación.
En vacaciones, debemos cambiar los temas de conversación.
HERALDO

La época del año en la que estamos inmersos muchos la solemos asociar al tiempo libre discrecional que se dedica a realizar actividades pasivas o activas, creativas o recreativas. Disfrutar de estas fechas no es un capricho, es una necesidad para compensar el desgaste físico y mental que acarrea vivir en nuestras sociedades. Ya lo dijo Sócrates: "Los ratos de ocio son la mejor de todas las adquisiciones". Para muchos es tiempo de disfrutar del sol, de los amigos, de la playa o de la montaña, de los paseos, de los helados… de nosotros mismos y, por supuesto, de la lectura.

Siguiendo con las citas, voy a hacer caso de una de Oscar Wilde que dice: "Siempre hay que traspasar los buenos consejos. Es para lo único que sirven". Ahí va el que me dieron hace un tiempo: durante los periodos de ocio hay que cambiar el objetivo de las conversaciones. Por lo tanto, salga de esa vorágine de pensamientos oscuros e intente no hablar de su politicofobia ni de su futbolfilia, ni de esos personajes peculiares, ni de las perturbaciones de los mercados financieros que generan desigualdad y discriminación, ni de los discursos de odio, ni de la distribución de noticias falsas, ni de la vulnerabilidad de internet, ni de los algoritmos que pueden funcionar como destructores de empleos o del bienestar social, ni del hambre, ni de la contaminación, ni de las guerras, ni de la salud, ni del agua potable… Total, las vacaciones no son eternas, no pierda el tiempo con remordimientos por dejar esos pensamientos de lado temporalmente.

Si es usted una persona inteligente y reflexiva, durante esas nuevas conversaciones va a tener que hacer un esfuerzo, ya que, cuando alguien especialmente agudo escucha datos o afirmaciones equivocadas o imprecisas o que no son verdad o que emplean generalizaciones típicas, tendrá que refrenar el impulso de corregir a los demás. Ya se sabe que ser inteligente no tiene por qué traducirse en tener una especial sensibilidad dialogante, lo que en ocasiones puede conducirle a que otras personas se sientan ofendidas con las posibles rectificaciones y dejen de hablarle. Si su talante es así, compénselo mediante el sentido del humor, ese pegamento crucial de alto retorno social. Además, como dijo Woody Allen, "la ventaja de ser inteligente es que se puede fingir ser imbécil, mientras que al revés es imposible".

Entonces, ¿de qué hablar? Si le gusta la comida, su preparación o su degustación, hable de esos toques o lugares especiales que enriquecen su reservorio de conocimientos, disertación que puede ampliar con los maridajes, combinados de su gusto o esos sorbos agradables que siempre acompañan al tiempo libre. Si las cuestiones gastronómicas no le apasionan, puede compartir lecturas, hablar de cine, pintura, fotografía, escultura, danza, arquitectura, cómic o música… cualquiera de ellos puede ser un tema apasionante. Ahora bien, si tiene el don de la erudición, no se comporte como un cretino, recuerde que está disfrutando y haciendo disfrutar.

Otros posibles diálogos podrían tener que ver con compartir el disfrute de las sensaciones que surgen en un bosque sombrío, en una terraza o en un puerto pesquero. La brisa, los chapuzones, los fondos marinos, o esas caminatas por senderos montañosos. En este último caso, si puede, no acepte esos desafíos de llegar a cúspides de montañas porque desde allí es muy bonita la vista, recuerde que lo importante es el camino y quién le acompaña. Sumérjase en la naturaleza desde el principio, disfrútela a cada paso en vez de mirar solo por donde va el camino.

Y no olvide el diálogo consigo mismo, es la época adecuada, tal y como Salvador de Madariaga decía: "El fin de la vida es la contemplación; y no hay contemplación sin ocio". Y me atrevo a sugerirle un tema, observe a los grupos de gente joven, despreocupados, sonrientes y aceptando el desafío de vivir. Son el mejor modelo a seguir ya que predican con el ejemplo. Felices vacaciones.

Francisco José Serón Arbeloa es catedrático de la Universidad de Zaragoza

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