El Gobierno echa a andar
La diversidad ideológica que lo compone ha sido el aspecto más llamativo de la formación del nuevo Gobierno aragonés, pero a partir de ahora la política de partido debería pasar a un segundo plano para empezar a trabajar con un objetivo común: mejorar la vida de los ciudadanos y poner las bases para una Comunidad más próspera y mejor integrada socialmente. No será una tarea fácil y necesitará el concurso tanto del Gobierno como de la oposición.
Dar coherencia a las acciones de un gobierno de coalición siempre resulta complicado, y requiere buenas dosis de generosidad por parte de las fuerzas políticas que lo integran. Todavía más, en un Gobierno como el que ayer echó a andar en Aragón, que incluye organizaciones y visiones ideológicas muy diversas. Es difícil, pero no resultará imposible si los integrantes del nuevo Gabinete de Javier Lambán se marcan como norte el servicio a la sociedad aragonesa, y no el cultivo de estrategias personales o de partido. Si los consejeros y los partidos que componen el Ejecutivo buscan cada uno su propio interés político, si cultivan la política-espectáculo o las medidas sectarias, la empresa puede naufragar fácilmente. Pero si trabajan en pro del interés general y se esfuerzan por conectar con el sentir de la mayoría de los aragoneses y, sobre todo, si solucionan problemas y ponen fundamentos para el futuro, entonces estarán en el buen camino.
No debe el Gobierno perder de vista, además, que muchos de los retos esenciales a los que Aragón tiene que hacer frente se miden mucho más allá de un horizonte de cuatro años y no tienen un color político definido. Eso obliga a abrirse a colaborar con la oposición, que tiene también que participar en la definición de determinadas políticas que son ‘de Comunidad’. La diversidad política e ideológica, resultado del voto de los aragoneses, puede ser un valor si los dirigentes aciertan a conjugarla con espíritu constructivo, lealtad y capacidad de entendimiento.